Pedro Martínez de la Rosa no había tenido demasiada suerte hasta ayer. Los primeros puntos se le escaparon ya en la primera carrera, cuando la rotura del suelo de su Sauber le hizo perder posiciones. Más grave fue en China, rodaba cuarto bajo la lluvia, cuando se rompió el motor. Cuando no eran las averías, se lo han llevado por delante en accidentes en los que nunca ha tenido la culpa, incluso con pilotos doblados. El rosario de desgracias se ha cebado en Pedro de la Rosa. Hasta ayer. "Por fin he sumado puntos", dijo. "He acabado", se repetía contento, radiante y exhausto: se quedó sin agua a comienzos de la carrera.

No fue el único contratiempo. Nada de eso. "Salí mejor que Kubica, le intenté adelantar por fuera, pero alargó la frenada para echarme de la pista. Ahí me adelantaron los dos Williams". Kubica se llevó después su castigo. "El coche de seguridad me vino bien para recuperar posiciones". La de Kubica y también la del abandono de Hamilton. Así que De la Rosa se vió en mitad de un pelotón, por detrás de Hulkenberg y por delante del McLaren de Jenson Button. "Era como una procesión de Semana Santa". No se podía acercar al alemán para adelantarle "porque perdía carga aerodinámica", pero el ratonero circuito tampoco le hacía pasar apuros ante Button.

"El coche ha ido bien, los neumáticos también, no me puedo quejar, llegamos a la meta". Llegó exhausto, sin agua pero "sufrir es bonito". Es lo que le gusta, lo que no ha podido hacer con tantos injustos abandonos.