No más heroicidades, no más momentos mágicos, al menos por esta temporada. El Cáceres 2016 fue eliminado anoche del play-off de ascenso de cuartos de final ante el Fuenlabrada por la vía rápida, aunque hasta el final mantuvo la dignidad y el espíritu de lucha que han caracterizado a este equipo durante los últimos meses.

Los madrileños impusieron su mayor tonelaje y talento, haciendo inútiles los hercúleos esfuerzos verdinegros por forzar un cuarto partido y agradar a los más fieles de su hinchada. Y es que en la grada pudo apreciarse la primera decepción de la noche: la entrada de público no superó en absoluto el promedio de la liga regular. Los que acudieron animaron, pero es otro síntoma de que algo se ha roto entre el baloncesto de más o menos élite y esta ciudad, precisamente en el decimotercer aniversario del inolvidable ascenso a la Liga ACB. Pero va a resultar que tienen razón los que dicen que de todo aquello sólo queda un hueco romanticismo.

El partido resultó intenso, entretenido, transmitiendo constantemente la sensación de que el Fuenlabrada podía romperlo en cada momento y que en el bando contrario sólo un profundo ánimo colectivo lo impedía.

SIN GUIA El guión se pareció en algo al del segundo choque de Fuenlabrada. La formidable escuadra de Luis Casimiro --qué defensa, qué solidaridad, qué punch -- empezó arrasando (0-8, min. 3), pero el Cáceres supo rehacerse poco a poco, a pesar de que varios de sus jugadores clave no tenían el día. Es el caso de Ramón Moya --minúsculo ante Tom Wideman y lastrado por las faltas-- y de la habitualmente explosiva sociedad Dani López-Nando Vicario, superada por el juego exterior rival.

Pese a todo, y con Asselin multiplicándose y Juanmi Morales ejerciendo de revulsivo, el Cáceres consiguió llegar al final del primer cuarto por delante (19-16) y también al descanso (38-37). ¿Engordar para morir? El partido aún tendría unos preciosos minutos de transición, de baloncesto de raza, hasta que en el inicio del último cuarto el Fuenlabrada hizo efectiva su dictadura con un decisivo parcial de 1-13 (del 55-55 del minuto 30 al 56-68 del 36).

La reaparición de Dani López llegó tarde entonces. A base de casta los cacereños recortaron hasta un 70-74 a falta de 47 segundos, pero un oportuno palmeo de Salva Guardia --tan intenso y tan odioso para el rival siempre-- acabó con la temporada en el multiusos.

¿Y ahora? ¿Habrá baloncesto en septiembre? Siempre la misma pregunta. La respuesta, como también es habitual, la tienen todos y ninguno.