Octubre es tiempo de pronósticos y la NBA tiene la traviesa habilidad de desmentir algunos ya en noviembre. Ahora los analistas estadounidenses le están dando categoría de favorito a Los Angeles Lakers como si de la candidatura de Barack Obama se tratara. Como en el caso del senador de Illinois, no se puede creer hasta que no se vea. El equipo californiano volverá competir en una conferencia más dura y en unos play-offs mucho más traicioneros que los de la costa atlántica y aún Phil Jackson tiene algunas ecuaciones por resolver. Los profetas también sufren en el Oeste la fiebre del encumbramiento a los New Orleans Hornets, mientras que Houston Rockets y San Antonio Spurs disfrutan de una legitimidad innegociable.

La predilección hacia los Lakers descansa en las espaldas de Bynum, un jugador que celebra ahora los 21 años de vida. La de los Hornets se apoya en la admiración que provoca Chris Paul pero se encandila especialmente por la llegada de James Posey, un aprendiz aventajado de Horry, un alero que fue compañero de Pau Gasol en Menfis y que posteriormente, desde el banquillo, ha colaborado activa y decisivamente en dos títulos, en Miami y Boston. Motivos que no tendrían pesar suficiente para que los Hornets cuenten más que los equipos de Texas, especialmente porque el banquillo de Byron Scott sigue bajo sospecha.

El respeto hacia los Spurs viene dado por sus cuatro campeonatos recientes y por la impecable certeza de que siempre hayan llegado en años impares. La lesión por la que Ginóbili no volverá a jugar hasta diciembre es un problema inicial y pudiera resultar una bendición primaveral. Popovich le ha dado a su aspecto físico un toque dejado y ascético que emparenta totalmente con la falta de refuerzos del equipo. Houston Rockets, por el contrario, se ha convertido en una amenaza temible. El equipo más castigado por las lesiones en el último lustro ha hecho coincidir las proyectadas explosiones de jugadores de segundo año como Scola, Brooks y Landry con la incorporación de una bomba de temporizador insumiso. Ron Artest, siempre dispuesto a encontrar un problema para cada solución, coincidió ya con su entrenador Rick Adelman en Sacramento Kings y será decisivo si logra que la cuenta de su aportación salga por fin positiva, después de sus sumas y restas habituales. Portland Trail Blazers tendrá la exigencia del play-off en el cuarto año de contrato de Nate McMillan con el equipo de Oregón.

La Conferencia Este parece acotada a Boston Celtics si LeBron James no lo impide. Tony Allen puede cumplir el papel que tenía James Posey y lo mismo se puede decir de Leon Powe a la hora de suplir las funciones que ejercía P.J. Brown. Rondo y Perkins, los dos titulares que rodean a las tres estrellas, tienen margen de mejora. Mientras Detroit Pistons ofrece ciertos gestos de renovación, Cleveland Cavaliers ha perseverado en la intención de rodear a LeBron James de tiradores. El último, un jugador caro y con cuerpo de base, Maurice Williams. Orlando Magic sigue siendo favorito en su división y Philadelphia 76ers parece el equipo más mejorado de la conferencia, con la incorporación de Elton Brand. Con la llegada de Jermaine O´Neal, Toronto Raptors ha reforzado su esqueleto. Pocos equipos pueden salir con tal pareja de pívots titulares. Existe, eso sí, riesgo de descompensación. Que la contabilidad del reparto de los sueldos de su plantilla sea fiel a los rendimientos. Entre Calderón, Bosh y O´Neal absorben un 64% de la masa salarial de la temporada y podrían fallar las alas.