Extrajo del bolsillo trasero de su maillot una flecha ficticia. Y la disparó con furia y coraje. La dirección, en cambio, sí era real. Juan Antonio Flecha apuntaba con su dedo triunfador hacia la meta de Toulouse, donde culminó una fuga en solitario, tras dejar a sus siete compañeros de escapada. Se había pasado medio Tour escondido en el interior del pelotón.

Y eso era demasiado tiempo para un ciclista impaciente, a veces demasiado, que ayer estrenó su palmarés en la ronda francesa. "He ganado una etapa en la edición del centenario, que pasará a la historia, y mi nombre también se escribirá en este Tour".

Flecha no sabe correr de otra forma. Cuando se escapa, y se escapa mucho, o revienta en el intento, muchas veces, o gana, como ayer, desgraciadamente menos. Cuántas veces le ha llegado la orden al auricular de su oreja. "Estate quieto, estate quieto", se ha cansado de gritarle Eusebio Unzué, su director en el Banesto. Y él ni caso. Para lo bueno y para lo malo. "Soy así --confesó ayer tras su triunfo--, pero no puedo cambiar. No sé correr de otra forma". Por eso, ayer, su victoria fue la de la furia y la del coraje; la del novato que llegó al Tour de sus sueños, en una edición centenaria. "Me han dicho que no me mueva durante la primera semana, hasta que llegue la montaña. Luego, veremos". Esta era su confesión, en París, antes de partir.

Pero Flecha tenía entre ceja y ceja colarse en una escapada en cuanto Unzué le excusase de la vigilancia a Paco Mancebo. Lo intentó en el Izoard. Era mucha montaña para este joven de 25 años, nacido en Argentina, que llegó a Cataluña con 11 para crecer como ciclista y como persona, y ahora instalarse en Puigcerdá por donde entrena, junto a su amigo José Antonio Hermida, campeón del mundo sub-23 de mountain bike en el 2000 y uno de los grandes de la especialidad.

CONTRARRELOJ CLAVE

Lance Armstrong tratará hoy de despejar las dudas en la contrarreloj de Toulouse, de 47 kilómetros. El estadounidense no ha abierto excesivas diferencias en la general, tras el paso por los Alpes, donde no logró desbancar a sus principales rivales, como había hecho en anteriores ediciones al primer contacto con la montaña. El recorrido, duro y exigente, no viene mal a Mayo y Zubeldia, quien ya hizo mejor tiempo que el tejano en París.

Y mientras, Beloki hablará hoy, por primera vez, tras su abandono y su operación. El también tendría mucho que decir en la etapa de hoy y en las siguientes de los Pirineos. La duda es saber hasta dónde hubiera llegado.