Un total de 65 millones de euros no han sido suficientes para acabar las obras a tiempo. Ocho meses se antoja poco tiempo para construir un circuito donde antes solo había escombros y agua. Y la organización por primera vez de un gran premio de F-1 tampoco resulta tarea sencilla, de ahí la sensación de barullo y despiste que se vive. Los pilotos se adaptarán a la pista, y los equipos a las instalaciones, siempre ocurre, con más o menos fallos. Pero no han atracado ni la mitad de los yates que se esperaban. Las empresas se han quejado de que desde las carísimas entradas (3.500 euros) que han comprado para instalarse en las tribunas de los tinglados no se ve el circuito, y será difícil que se cubra el aforo de 115.000 espectadores. Valmor, la empresa organizadora, reconoce que aún quedan entradas, mientras que Bancaja, una de las entidades que las comercializa, reconoce que la venta va "muy mal". La reventa ha sido un auténtico fracaso. Se llega al colmo de que venden dos entradas al precio de una.