FRANCIA: Lloris; Sagna, Rami, Koscielny, Evra; Pogba (Martial, m.77), Kanté, Matuidi; Griezmann (Koman, m.66), Giroud, Payet (Sissoko, m.92).

RUMANIA: Tatarasanu; Sapunaru, Chiriches, Grigore, Rat; Stanciu (Chipciu, m.72), Horban, Pirtilii; Popa (Torje, m.82), Ardone (Alibec, m.61), Stancu.

GOLES: 1-0, m.58: Giroud; 1-1, m.65: Stancu (p); 2-1, m.89: Payet.

ARBITRO: Viktor Kassai (HUN), amonestó a Chiriches, Rat, Popa y Giroud.

INCIDENCIAS: Duelo inaugural de la Eurocopa de Francia de 2016. Grupo A.

Dimitri Payet iluminó a Francia en el partido inaugural de la Eurocopa contra Rumanía y, cuando todo parecía abocado a un inicio amargo de los anfitriones, se sacó en el minuto 89 un potente disparo desde la medular del área que dio a los locales los tres primeros puntos del campeonato (2-1).

Fue la guinda a un gran partido que el jugador del West Ham había marcado a fuego con una colección de pases de talento que se convirtieron en el principal arma francesa.

La ovación del público cuando se retiraba, con lágrimas en los ojos, sustituido por Sissoko en el descuento, fue el premio a un partido excepcional que permite a Francia afrontar con calma la competición y espanta los fantasmas que se cernían sobre los bleus visto su rendimiento durante el partido.

No fue inferior la selección rumana de Anghel Iordanescu, plagada de desconocidos, de segundas espadas, aferrada a la disciplina táctica y al genio de Florin Andone, el jugador del Córdoba, el de más talento del plantel que fue capaz de remontar un gol en contra a la anfitriona y dio la cara hasta que casi ya no le quedaban más minutos al reloj del partido.

Tras una primera parte bastante plana y que acabó 0-0, en la segunda Francia saltó más decidida. A saque de un córner, dio con la cabeza de Giroud, que en posible falta al meta rumano marcó el primer gol.

Francia pareció recuperar la calma, pero fue un espejismo. Cinco minutos más tarde, Evra cometió una falta tonta sobre Stanciu en el área, el colegiado pitó penalti que Santcu se encargó de convertir. Y, cuando todo parecía encaminado al 1-1, Payet decidió que no iba a ser así ante la euforia general.