En el campo estará Materazzi y no estará Zidane. En esa diferencia pueden encontrar los estetas la explicación al degradado duelo que hoy enfrenta a Italia y Francia. Dos años después de que protagonizaran la final del Mundial, se encuentran esta noche en Zúrich (20.45 horas) para disputar otro duelo a cara o cruz. También es una gran final. La final de la miseria. No habrá trofeo ni medallas. Ni clarinetes ni confetis.

El ganador tendrá, simplemente, el privilegio de seguir jugando en los cuartos de final. Contra España, lo cual tampoco resulta esperanzador vista la lozanía de Villa y Torres y la decrepitud que han mostrado. El perdedor comenzará las vacaciones, sonrojado por una participación patética. Pero Italia y Francia no dependen de sí mismas. En una macabra pirueta del destino, resulta que es Rumanía la que gestiona su porvenir. Los listos están en manos del último de la clase. Una derrota de Holanda ante los rumanos en Berna convertirá en inútil el marcador de Zúrich y los mandará a casa.

"PARTIDO DE NUESTRA VIDA" El campeón de Europa (Grecia) ya está eliminado. Italia teme correr la misma suerte y azota el fantasma de una componenda entre Holanda y Rumanía para echarles de la Eurocopa, evocando un precedente. El Dinamarca-Suecia de hace cuatro años. El empate a dos les expulsó de la competición. Pervive en el recuerdo el gol agónico y clasificador de Cassano en el tiempo añadido ante Bulgaria y las inmediatas lágrimas de frustración por la futilidad de ese tanto. "Nos lo tomaremos en serio", aseguró Van Basten en Lausana.

"Tenemos que hacer el partido de nuestra vida", dijo Buffon, derivando el duelo hacia el tremendismo, una situación en la que los azzurri se manejan como pez en el agua. Por una vez no parece exagerado. Italia está tan mal como Francia; quizá más por el hecho de defender el título de campeón mundial.

Los números dicen que los transalpinos han ganado uno de los últimos 10 partidos entre ambos. Claro que el empate a uno del Mundial 2006 cuenta como victoria de Italia al imponerse en la tanda de penaltis.

MUCHOS CAMBIOS Los números también dicen que ambas selecciones están con la soga al cuello por el ocaso de sus jugadores. Han encajado en dos partidos más goles que en los siete encuentros del Mundial. Hoy habrá cambios drásticos.

Materazzi, "el hombre del partido" de hace dos años, según Raymond Domenech, "una enfermedad para el fútbol", como le enjuició Lilian Thuram, después de la final, apunta al banquillo, pero nadie descarta que Donadoni quiere jugar la baza psicológica de su alineación.