Nairo Quintana estaba perplejo. Era el día que más temía de la Vuelta, porque él es de los corredores a los que le agradaría que las grandes rondas no tuvieran contrarrelojes en su guion. "Me han sobrado hasta los dientes de la boca". Forzaba una sonrisa al contestar sobre si había acertado o no al colocar un plato de 56 dientes (el que movía Miguel Induráin en sus años de gloria) en su bici de contrarreloj. "Froome ha volado", lamentaba el corredor colombiano, que este sábado deberá defender con 1.21 minutos su victoria de mañana en Madrid por las duras cuestas militares de Aitana. Algo que no tenía previsto.

Y es que, en efecto, Froome voló para demostrar que es, con diferencia, con permiso de un Quintana brillante en las cuestas y de un Alberto Contador, que se subió al podio y se niega a envejecer, el mejor corredor del mundo, el dominador de una época y el que ganaría el domingo la Vuelta de no haber cometido su equipo, el Sky, un error imperdonable, de los que en el fútbol supondría una destitución técnica, en la grandísima etapa de Formigal, cuando Contador se llevó a Quintana al atacar de salida para poner toda laVuelta patas arriba.

Froome, por la boca pequeña, de eso ya hace unos cuantos meses, se dejó querer por la Vuelta, siempre, aunque sin confirmar su presencia, enviaba indirectas, una y otra vez, que sí, que estaría en Galicia y que correría la Vuelta. Y la Vuelta, amable con un corredor al que deseaba como el maná que Dios envió a los israelitas que deambulaban por el desierto, diseñó una contrarreloj de 37 kilómetros. Si el problema para venir era una contrarreloj, en Calp, entre paisajes naturales más urbanizados que una gran ciudad, encontraría una etapa para intentar ejecutar la carrera, el deseado doblete tras ganar el Tour. Y así habría sido si Contador no se vuelve loco, para deleite del ciclismo, en el Pirineo aragonés.

Nada menos que 2.16 minutos le atizó a Quintana, una barbaridad, entre un británico que, según la expresión del colombiano, voló desde el kilómetro cero, y un jersey rojo al que le costaba mover los desarrollos y sobrevivir en un día en el que el viento, tal vez por el parecido entre el peñón de Ifach y el de Gibraltar, sopló a favor del corredor de las Islas Británicas nacido en Kenia y criado en Sudáfrica.

"Será difícil pero estoy preparado para la lucha en Aitana", se alegró un Froome, pletórico, al contrario de Quintana. Y enormemente feliz por una contrarreloj tan fantástica, o quizá más, que las disputadas en el Tour. Y con un claro mensaje al líder del Movistar, su principal oponente para el año que viene: si la ronda francesa diseña en el trazado del 2017 una contrarreloj de largo recorrido, Quintana tendrá muy complicado volver a soñar con el amarillo.

Froome se quedó a 1.21 minutos de Nairo, un tiempo que, con los precedentes vividos en lo que se lleva de Vuelta, en una etapa que cierra la lucha por la victoria, a falta del paseo del domingo por Madrid, debería resultar suficiente al corredor colombiano para salvar la victoria, con cuatro puertos de segunda categoría y Aitana, de categoría especial, una base militar que solo se abre cuando pasa la Vuelta.

Contador promete batalla --ojo al dato---, el Orica, un equipo que tradicionalmente va a rueda y no acostumbra a atacar, no se puede quedar callado, y Froome está lejos de ser un corredor conformista, como se vio en Calp... ayer, hoy y siempre.