Eligió el peor día el jugador del Tau Vitoria para hacer un mal partido. No fue Calderón el jugador arrollador del resto de la serie final, a la que sorprendentemente accedió después de una repentina apendicitis. Su equipo funcionó mejor ayer con su habitual suplente, Pablo Prigioni, y el extremeño no pudo aprovechar sus numerosas cualidades: explosividad física, visión de juego y una enorme personalidad. Esto último lo llevó hasta el final: después del tremendo triple de Herreros a falta de seis segundos, cogió el balón y encaró el aro rival a la búsqueda de una canasta que hubiese valido una liga, pero sin éxito. Ahora ya puede pensar en su posible fichaje por el Barcelona y en el Europeo de Belgrado.