El fútbol europeo empieza a ver la luz con la vuelta a la competición de la Bundesliga, la primera gran liga que da el paso. Arrancó ayer con cinco partidos a la vez, todos bajo el estricto protocolo de seguridad que ha diseñado la liga alemana y todos bajo el escrutinio implacable del resto del mundo del fútbol que intenta volver a jugar, especialmente el de España.

El sucedáneo de fútbol tiene celebraciones chocando los codos, controles de temperatura a la entrada, también que un entrenador causa baja por comprar una pasta de dientes o que cuando un jugador es cambiado, además del abrigo y la botella, recibe una mascarilla.

El derbi del Ruhr, entre Borussia Dortmund y Schalke 04 (4-0), era el gran atractivo de la jornada y fue la mayor muestra de la desolación en las gradas. La anormalidad se palpaba desde antes del inicio, con innumerables filas de asientos vacíos a la vista de todos, como si las gradas estuvieran desnudas. «Ha sido muy, muy extraño. Hay un gran pase o un gol y no pasa nada» aseguró el técnico del Dortmund, Lucien Favre.

La actividad se circunscribía a unos trabajadores tras la publicidad, los operarios de la televisión y unos banquillos atípicos, con los suplentes, todos con mascarilla, en asientos separados por más de un metro.

Desde que se apagó la música de la megafonía con el saque inicial se empezaron a escuchar los sonidos típicos de un partido a puerta cerrada: gritos, golpeos, órdenes y lamentos, más propios de un entrenamiento. “Siento que estoy viendo un entrenamiento. Ahora valoraremos aún más el poder de los aficionados. Llevará años acostumbrarse a este nuevo mundo del fútbol», reflexionó el catalán Cesc Fàbregas, jugador del Mónaco, en Twitter durante la jornada alemana.

El respeto de las distancias de seguridad se redujo a la entrada al campo, en dos turnos. Con el juego en marcha, las barreras en las faltas, los centros laterales o los saques de esquina eran una acumulación de futbolistas hacinados en el área, con agarrones y luchas por la posición. «Intentamos cumplir con las reglas lo mejor que podamos, pero es difícil», asumió el alemán del Dortmund Julian Brandt.

La televisión ofrecía una opción de audio falseado con el sonido ambiente de la época previa a la pandemia, sin elección planos más cerrados de lo habitual, en un intento de no dar mucho espacios a las gradas vacías, y rápidamente primeros planos, que cazaron algún salivazo al césped.