Hotel Mercure Boulogne. 8.45 de la mañana. Garbiñe Muguruza aparece puntual, con una sonrisa de anuncio. Nadie diría que el día anterior se fue a la cama las tres de la madrugada. La adrenalina de su triunfo sigue en el cuerpo. Está feliz y orgullosa. Le espera una batería de entrevistas antes de subir a la habitación para cambiarse y marchar a la plaza de la Concordia para posar con un espectacular vestido de Stella McCartney y sandalias rojas de tacón, con la copa Suzanne Lenglen en sus manos.

--Garbiñe Muguruza, campeona de Roland Garros. ¿Qué le dice?¿Cómo suena?

--Raro y bonito. Dejé el trofeo en la mesita de noche para que cuando me despertara lo viera allí y no pensara que era un sueño. Me dice que he ganado un Grand Slam, mi tercer título. Es como extraño. Normalmente la gente antes de ganar un Grand Slam gana más torneos y después llega. En cambio a mí ha sido todo lo contrario. He empezado por el más grande.

--¿Y ahora?

--Ahora asimilarlo para creerme realmente que valgo. Que he ganado un Grand Slam no por casualidad. Quiero que sea una motivación para el siguiente torneo, y el siguiente y el siguiente... Ojalá vengan más.

--Han pasado ya unas horas del triunfo. ¿Se acuerda? Lanza un globo, la bola cae en la línea, duda si ha entrado, mira al juez y, sí, el punto es suyo. Es campeona de Roland Garros.

--He visto el punto varias veces por televisión. Quería ver mi cara porque tuve tres segundos en los que no era consciente del momento. Ese punto fue muy raro para acabar el partido. 'No puede ser que haya ganado', me decía. Pero es espectacular verte allí en la final de Roland Garros. Ganando a la número 1, a Serena, la mejor tenista de la historia posiblemente, una mujer a la que llevo admirando desde pequeña y además ganándole un Grand Slam. Lo más grande que hay. ¿Qué mejor final?

--¿Qué le dijo ella?

--Yo estaba eufórica y no escuchaba nada pero bromeó con el último punto. 'No puede ser que este sea el último punto del partido', me dijo. Me felicitó por ganar mi primer Grand Slam.

--¿Ha logrado el primero y ha dicho que quiere más. ¿Qué cree que necesita para conseguirlo?

--Obviamente constancia. Pero también una fuerza que muy poca gente tiene para mantenerse a ese nivel. Siempre ganando torneos, siempre luchando por ganar partidos. Si quieres ser la mejor no te vale con ganar solo un torneo. Pero eso es algo que voy descubriendo todavía, que aún me cuesta. Estar todo el día es muy duro y yo aún soy irregular .

--¿Como se definiría como tenista?

--Soy extremadamente competitiva y quiero ganar siempre. En la pista me transformo. Tengo mucho carácter que a veces debo controlar, pero es mejor tener más que menos, seguro. Soy una jugadora que arriesga mucho. Aún debo aprender a estar con el mismo nivel de motivación, de energía y al mismo tiempo de tranquilidad en la pista. En ocasiones me enfado porque voy perdiendo y quiero ganar como sea. Eso a veces te hace perder.

--¿Todo va muy rápido?

--Sí, el tenis es así. Miro hacia atrás y me digo uf... Ha pasado de todo. Pero me encanta vivir así. El tenis me encanta. No hay otra cosa que me guste más que jugar y vivir este ambiente. Como jugadora he aprendido mucho en poco tiempo y he ganado una experiencia muy grande. Ahora entro en la pista más segura. Sabiendo lo que tengo que hacer. He mejorado mucho a la hora de entrenar, de comunicarme y, sobre todo, de escuchar a los que tengo a mi alrededor. Antes era igual o más competitiva, pero me encerraba en mí misma.

--Tras ganar la final dijo que ya había tachado Roland Garros de su lista. ¿Qué será lo siguiente?

--Quiero más. Mi ilusión es seguir ganando torneos como este. El año pasado se me escapó Wimbledon y me acuerdo. Es una espina que tengo clavada y espero quitármela si tengo otra oportunidad. Espero llegar a más finales de Grand Slam.

--Esta semana aparecerá como número 2 del mundo ¿Apunta ya al número 1?

--Todos soñamos con ser número 1. Trabajamos para eso y claro que me gustaría llegar a serlo, pero ahora pienso en ganar partidos y torneos. Cuando tenga que ser será.