Si Nairo Quintana corre las dos etapas alpinas que quedan más con la cabeza que con las piernas tiene el podio y hasta la segunda plaza del Tour otra vez a su alcance para dejar a salvo la identidad campeona del conjunto Movistar, el único equipo español que participa en el Tour. Saber ahora los dos corredores que acompañarán a Chris Froome en el cajón de los Campos Elíseos es el aliciente que le queda a una ronda francesa totalmente controlada por un jersey amarillo, ganador de la contrarreloj de Megève, que corre en otra dimensión, desconocida para el resto de contrincantes.

Froome, o Christopher (en vez de Chris), como lo llaman en Francia, solo tenía un temor por el que ha trabajado estos meses y que ha superado con matrícula de honor. "He llegado fenomenal a la tercera semana", repite un jersey amarillo que este jueves destrozó los cronómetros, como se preveía, para sorpresa de Tom Dumoulin, al que le quitó la victoria, y para dejar sin efecto el golpe que intentaron dar Richie Porte y Fabio Aru, que empataron a tiempos, en otro día con un único dilema: Froome, el primero, y el resto a su estela. Y por un día sin el equipo, con un Sky que se tomó una contrarreloj en forma de cronoescalada como si fuera un día extra de descanso, un aviso al resto de escuadras que tuvieron a los suyos pendientes de los premios que siempre consuelan en París. Este viernes, en ruta hacia el Mont Blanc, los chicos de Froome estarán más o menos frescos para permitir fugas que no les causen dolores de cabeza y dejar que los perseguidores del jefe se peleen por el podio... o mucho cambian las cosas (con mal tiempo en la previsión) o el toque de libertad solo llegará con el aviso de que se aproxima el último kilómetro.

¿La táctica del Sky en una contrarreloj dominada por Froome? Pues bien clara, relajación y entrenamiento por las carreteras empinadas de Saboya, con destino a una de las estaciones de esquí, Megève, más caras de Francia: Geraint Thomas (23ª de la etapa), Mikel Nieve (33º), Mikel Landa (35º), Sergio Henao (47º) y el ciclista que escala casi tan bien como su jefe de filas, Wou Poels, 56º, a más de tres minutos de Froome.

Quintana ha perdido la chispa de hace un año, pero tampoco es un corredor tocado y hundido porque ya ha encontrado una explicación, una causa a un rendimiento por debajo de lo esperado. "Sospecho que sufro un proceso alérgico que limita mi rendimiento. Solo espero la llegada de la lluvia (prevista para hoy) para que limpie el ambiente". Prueba de su fe y de su renuncia a entregarse a su suerte estuvo en el papel que realizó en la contrarreloj, donde fue de menos a más, pagando al principio el peaje por utilizar una bici tipo 'cabra' en la ascensión a la cota de Domancy, pero beneficiándose al final de la aerodinámica que facilita una bicicleta de contrarreloj.

Quintana tiene ahora la tercera plaza a 21 segundos y la segunda a 45. "Vinimos a por otra cosa, pero tampoco es tan malo poder luchar por un podio", reconoció el corredor colombiano del Movistar. Y si corre con cabeza, si se olvida, como el miércoles de responder a los demarrajes de Froome (puede incluso atacar estos dos días para divertirse), y procura marcar a los que ahora corren a su nivel (Bauke Mollema, segundo, y Adam Yates, tercero, supuestamente a la baja, y Romain Bardet y Richie Porte, quinto y sexto, presumiblemente a la alza) puede volver a subir al podiode París para acompañar en la foto, por tercera vez, a Froome y hasta preguntarle qué hace para correr en otra dimensión, la reservada a los grandes campeones en la historia del Tour.