Nadie supo entonces parar la hemorragia . Primero el voluntarismo de César García y Pedro Núñez y después el fallidísimo regreso del hacedor del proyecto inicial, José María Bermejo, no sirvieron para evitar que el club tuviese cada vez menos apoyos. La teoría de los vasos comunicantes tuvo un buen escenario: a menor público, menor apoyo de instituciones y empresas. La clasificación para la Copa del Rey en el 2001 fue algo así como el canto del cisne de un club que vivía por encima de sus posibilidades. Núñez y su equipo llegaron a acordar la venta de la plaza ACB, pero nadie apoyó una idea durísima, pero a la larga necesaria para sanear el mal endémico. La entidad primero vivió el descenso, el pasado mes de mayo, y después entró en proceso de disolución. La venta de Paraíso, en verano del 2001, sólo había alargado la agonía.