Tres tenores, con diferentes voces, pero con un solo objetivo: poder cantar la victoria en el Giro, el domingo, día 28, en Turín. El joven rebelde, el que se dio a conocer hace un año precisamente en las carreteras italianas, de nombre Mikel Landa, de Murguia, Alava, con 26 años, capta toda la atención de un deporte que busca nuevos artistas entre el coro de ciclistas. Pero tiene ante sí un recorrido que no lo favorece demasiado y toda la presión de una Italia que tratará de volver a ver en lo más alto del podio del Giro, con la maglia rosa, por supuesto, a su cantante preferido, que no es otro que Vincenzo Nibali (31 años) con una victoria en cada una de las tres grandes: Vuelta (2010), Giro (2013) y Tour (2014).

Y por si fuera poco, en el escenario del Giro, surge un corredor al que de joven, hace ya 20 años (36 tiene) llamaban El Imbatido por las tierras de su Murcia natal, Alejandro Valverde, único en su especie.

INICIO EN HOLANDA El Giro se inicia hoy muy lejos de su teatro habitual. Viaja a Holanda, el país de las bicis, para vivir tres etapas, que deben aportar más colorido por la afición lanzada a la carretera, que por dificultad orográfica. Una contrarreloj abre la ópera ciclística, que durará tres semanas, con tres jornadas de descanso, con un trazado más clásico, alejado de las subidas asfixiantes que encantan a la Vuelta y ya animan al Tour, con bastante terreno para las volatas --así denominan los esprints en Italia-- que tanto motivan a los italianos y con mayor suavidad montañosa, pese a penetrar en la escena francesa, a través de cimas habituales de la grande boucle como Vars y La Bonette, Alpes genuinos, reservados para la penúltima etapa.

Y esa aparente falta de dificultad, unida a las tres contrarrelojes (aunque una de ellas es la cronoescalada al Alpe de Suisi, favorable para el corredor vasco del Sky), es el principal obstáculo que entorpece el camino en rosa de Landa, hábil en los ascensos, más dócil contra el cronómetro, el compás musical que debe mejorar para acabar de convertirse en una estrella mundial.

Un dibujo que favorece sobre todo a Nibali, casi siempre intratable en las subidas cuando está en forma.