Francisco Narváez Kiko siempre fue el ídolo de Fernando Torres. Frente a Túnez, El Niño Torres hizo el 2-1 y se fue directo al córner del fondo donde animaban los españoles. Pletórico, feliz y con una frialdad que asusta, el actual delantero de la selección se acordó de Kiko, su gran amigo, y le dedicó el gol imitando a un arquero, la celebración que en España popularizó al gaditano. Ese guiño emocionó al exjugador internacional del Atlético de Madrid.

"Estoy orgulloso de ver cómo Fernando Torres me ha dedicado un gol. Es un detalle hermoso que no puedo olvidar", comenta un Kiko que se declaró admirador de "la fuerza mental de un jugador como Fernando que a esas pulsaciones es capaz de acordarse de celebrar un gol así".

El que fuera uno de los estandartes del Atlético de Madrid que logró el doblete --Liga y Copa del Rey-- en 1996 reconoce que su heredero en el ataque rojiblanco ha llegado al Mundial en un gran momento de forma. "Cuando los demás llegan a este tipo de competiciones con la reserva puesta, Fernando está con el tanque de gasolina lleno. El es explosivo y se le ve con una punta de velocidad distinta, algo que tiene que aprovechar la selección", analiza.

El exfutbolista, ahora comentarista deportivo de prensa, radio y televisión, sabe lo que es una decepción en un Mundial. El formaba parte del grupo de jugadores que quedó eliminado en 1998 en la fase previa. Ahora ve un conjunto con las ideas mucho más claras.

"Me encanta la selección. Creo que tenemos un puñado de futbolistas con un denominador común, que es la calidad. Tienen un toque de balón espectacular, la saben tocar, y el otro día contra Túnez demostraron que también saben sufrir y remontar", analiza antes de reconocer los méritos del seleccionador nacional y su extécnico, Luis Aragonés.