A Quique Sánchez Flores el elogio lo ha debilitado. Su elogio hacia Messi y hacia el juego del Barça, en concreto. No sentó bien en parte de la parroquia perica. Por la efusividad de la alabanza tras una severa derrota. Por la exhibición pública del aprecio. Y escuchados los argumentos, el entrenador del Espanyol hizo acto de contricción. «Si he provocado una pequeña o máxima decepción en cualquier perico pido mil disculpas porque no era mi voluntad», dijo.

Ante ello, conviene preguntarse si esa rectificación por un acto de ‘fair play’ no difunde un mal ejemplo educativo, un golpe a la caballerosidad en el deporte. Al fin y al cabo, todos deberíamos preferir entrenadores sin complejos a la hora de felicitar al rival. Mejor que un Carlos Bilardo partidario del «‘pisalo, pisalo’».

La respuesta no es tan evidente, según los entrenadores y educadores consultados. Xesco Espar, exentrenador del Barça de balonmano y experto en coaching, entiende la reacción irritada de los aficionados del Espanyol. «Como entrenador, después de una derrota dura, mi primer instinto sería ir al vestuario y maldecir nuestro resultado. Sé que no es el caso, pero parece una falta de compromiso con los tuyos salir en público como si nada hubiera ocurrido. Si yo fuera perico, me habría molestado. Estamos hablando de un derbi», explica.

Y, en este sentido, alude al contexto: «No se puede ir sonriente a abrazarse con un rival, un máximo rival, justo después de que te ha bailado y a la vista de todo el mundo. Hazlo en el vestuario. Por eso creo que Quique Sánchez Flores ha reflexionado y se ha dado cuenta de que el momento es importante». No lo explicita, pero vendría a equivaler a una demostración de afecto de Luis Enrique a Cristiano Ronaldo tras encajar un saco de goles en el Bernabéu. ¿Lo aceptaría la afición azulgrana?.

Discrepa Patricia Ramírez, una de los psicólogas del deporte más renombrados en España. Critica que «también en el deporte de élite» se emplee demasiado la tesis de que «estás conmigo o estás contra mí». «Si eres un buen deportista, debes aceptar la superioridad del rival, y no digo que aplaudas como hacen muchos tenistas los buenos golpes del adversario, pero lo que han hecho con Sánchez Flores no tiene sentido».

Ramírez recuerda el ejemplo del 2015, en la antesala de la gala del Balón de Oro, cuando Cristiano Ronaldo le presentó a su hijo a Leo Messi. «Aquí lo tienes, no para de pedirme videos tuyos», dijo CR7. El niño, tímido, se acercó poco a poco al astro argentino. No creo --añade Ramírez-- que la afición del Madrid haya dejado de querer a Cristiano por ese «bonito gesto».

Los educadores, en cualquier caso, lamentan el torrente de críticas a Sánchez Flores, quien felicitó, recordémoslo, a Messi «por su humildad. Le pegan, no se queja y sigue jugando. Mi hijo es fan del Barça y me pide hasta su camiseta», recordó el entrenador del Espanyol, que tendrá una Navidad mucho más movida de los esperado.