El deporte está lleno de alegría y sinsabores. A eso están acostumbrados los deportistas. Desde pequeños saben que unas veces se gana y otras se pierde. Como en todo en la vida. Pero la derrota siempre duele. Aunque el dolor es más intenso cuando se produce en los despachos. Y Gonzalo Llerena (Zafra, 25-05-1990) lo sabe bien. A principios de año daba un gran paso en su carrera al pasar del Cacereño al Betis, un filial de un equipo de Primera División. Pero el sueño se convirtió en pocos días en pesadilla. Con apenas tres entrenamientos, el club sevillano ha prescindido de sus servicios al considerar que su lesión de rodilla no está totalmente recuperada. El jugador no lo cree así y una segunda opinión médica le da la razón. Ahora espera en su casa de Zafra, donde sabe que las puertas del Cacereño están abiertas para su vuelta.

--Curiosa su historia de ida y vuelta con el Betis. ¿Cómo ha sido todo?

--Yo voy a hacer el reconocimiento y todas las pruebas que hacen las paso bien. Y como sabían de la lesión que había tenido me hacen una resonancia de la rodilla para ver cómo estaba y a los pocos días me dicen que ven por ahí un poco del edema y que su médico opina que debería estar entre uno y tres meses de reposo. Y después de un mes entrenando bien y sin molestias...

--¿Pero usted ya tenía el alta médica?

--Sí, de la Mutua de Futbolistas en Badajoz. Llegue sin molestias. Al día siguiente de que el Betis me dijera eso fui a Madrid a ver al doctor Guillén para ver si era verdad o no.

--¿Y cual ha sido la respuesta del doctor Guillén?

--Que mi rodilla está perfecta, que está para jugar al más alto nivel.

--Entonces, ¿cuál es la explicación?

--Yo no le encuentro ninguna explicación, no tengo ni idea de lo que habrá pasado.

--¿Su relación con el Betis está ya acabada?

--Sí. Ellos me han comunicado que no podían seguir con mi contrato. En realidad, ellos nunca me han llegado a dar de alta.

--Pero sí estuvo entrenando con ellos...

--Sí, tres días, tres entrenamientos. Después, cuando supieron el resultado de esas pruebas, ya no me dejaron entrenar, porque según ellos estaba lesionado.

--Si lo que necesitaba era de uno a tres meses de reposo, según ellos, el fichaje podría haber seguido adelante, ¿no?

--Sí, pero ellos no me han dado ninguna opción. No me han dado explicación alguna, solo me han dicho que no podían darme de alta. No creo que se hayan preocupado demasiado. Supongo que necesitaba un futbolista, lo querían para ya y no podrían esperar.

--Y anímicamente, ¿cómo está?

--Esto ha sido un palo tremendo. Llevo una semana sin entrenar y un desanimado. Pero tengo muchas ganas de entrenar, de sentirme futbolista, porque esto ha sido un palo muy gordo.

--Era una oportunidad única...

--Era una oportunidad muy buena aunque el Betis B no esté ahora en la mejor situación en la clasificación es penúltimo en el Grupo IV de Segunda División B, el mismo que el Cacereño. Sabemos que es un filial de un equipo de Primera y eso siempre es una gran oportunidad. Ahora lo que hay que hacer es seguir trabajando y esperar a ver si viene alguna más.

--¿Cómo ve la opción de volver al Cacereño?

--Tanto el presi Antonio Martínez Doblas, consejero delegado en realidad como el míster Julio Cobos me han abierto las puertas. Sabían lo que pasaba y me han dicho que estarían encantados de que volviera, que no habría ningún problema.

--¿Y qué va a hacer entonces?

--Intentaré incorporarme cuanto antes al Cacereño, si se puede. Lo que quiero es entrenar y volver a sentirme futbolista.

--Y volver a compartir piso con Mario Carrizosa...

--(Risas) Sí, sí, que se le echa de menos.

--Los ánimos de los compañeros no habrán faltado...

--No, la verdad es que no. Desde que se enteraron han estado conmigo, apoyándome. La verdad es que se les echa de menos a todos, porque es un gran grupo, yo estaba muy bien con ellos.

--Bueno, ¿entonces qué día se vuelve a Cáceres?

--(Más risas) Pronto, ojalá. Tengo ganas de olvidarme ya de todo esto.