Tarde de absoluta locura en el fútbol extremeño. Ya se sabía que la alegría no iba a ser plena porque uno de los tres representantes en Segunda División B iba a descender directamente. Lo hizo el Villanovense, el que más complicado lo tenía de largo, y al que no le ha servido de nada su impresionante recta final de campeonato. Pero al menos se salvaron los otros dos, sin necesidad de acudir a la eliminatoria de permanencia que enfrenta a los quintos de todos los grupos. Lo más curioso es que la permanencia del Cacereño --que venció por 1-2 al Cerro de Reyes-- la propició un gol en el tiempo añadido del Villanovense ante el Toledo (3-2). Un poderoso mensaje de solidaridad regional, ya que a esas alturas de partido los serones ya no tenían absolutamente nada en juego porque estaban virtualmente en Tercera División.

Sin embargo, esa muestra de coraje y profesionalidad fue lo que salvó al Cacereño de seguir teniendo insomnio esta temporada. Eso, y su propio triunfo en el campo pacense en una tarde de transistores complicadísima, pero en la que no se produjeron incidentes más allá de un mecherazo a David Rocha cuando los verdes consiguieron el 1-2.

El gol postrero del Villanovense deshacía un cuádruple empate que salvaba al Toledo y condenaba al Cacereño, que ya había espantado los fantasmas del descenso directo asegurándose puntuar en el José Pache.

El Cerro de Reyes, pese a perder, no llegó a estar en auténtico peligro nunca y celebró la permanencia en el centro del campo casi codo con codo con el Cacereño. Una emotiva estampa que culmina un año de sufrimientos para los dos, poco más de once meses después de que también ascendieran de la mano el mismo día.

TARDE INCREIBLE Bajo una fuerte lluvia y con mucha pasión en las gradas, el partido de Badajoz arrancó con el miedo en el cuerpo de ambos equipos. Fue precisamente el elemento climatológico el que se encargó de ponerle más emoción todavía a la situación: un error defensivo de los verdes debido al estado del campo se tradujo en el 1-0 marcado por Enzo Noir. Ese gol y el 0-1 que prácticamente al unísono marcaba el Toledo en Villanueva de la Serena situaba a los cacereños en el puesto de la peligrosísima eliminatoria de permanencia, con el agravante de que si esos momentos hubiese marcado el Racing B en Alcalá, como haría en la segunda parte, el Cacereño se hubiese situado en zona de descenso directo. La tensión se palpaba.

Sin embargo, una acción de oportunismo de Lolo al filo del descanso ponía el 1-1 y otorgaba ciertas dosis de tranquilidad al conjunto de Angel Marcos, a las que contribuían el empate del Villanovense. En el Romero Cuerda, las remotas opciones que existían de continuar en Segunda B se fueron volatilizando de mano de la más pura lógica.

En la segunda parte, Cerro y Cacereño se estudiaron durante algunos minutos, jugando con el marcador y con las favorables cábalas matemáticas que producía primero el empate del Villanovense y que después se pusiese por delante en el marcador. Un penalti transformado por Estévez puso por delante a los suyos (1-2) y Enzo Noir, habitual delantero, se puso tuvo que poner bajo palos tras la controvertida expulsión de Arturo, ya que Tinín había agotado los tres cambios.

Los dos equipos continuaban salvados... hasta que llegaron las noticias de que el Toledo había logrado el 2-2 en el minuto 89. La consecuencia era que el Cacereño, pese a ganar, se veía en el camino hacia la eliminatoria de permanencia ante la estupefacción general. Se produjo entonces el momento surrealista de que un aspersor saltó en el centro del campo y el partido tuvo que pararse unos minutos. Lo fácil fue pensar que fue un ardid de alguien para jugar con el reloj.

Y el reloj y el fútbol volvieron a ser caprichosos. Acabó el Cerro de Reyes-Cacereño y mientras la confusión se adueñaba del José Pache, en Villanueva marcaba Pibe el 3-2 que condenaba al Toledo y salvaba al Cacereño. Final feliz con acento extremeño.