Hoy os escribo con cierta tristeza pero sobre todo con una satisfacción enorme por haber llegado hasta aquí. Cuando me propusieron emprender esta aventura no sabía muy bien por donde empezar. Es cierto que en un primer lugar acepté sin dudarlo, me hacía una ilusión enorme que quisieran contar conmigo para esto, pero también es verdad que me daba un poco de miedo y respeto. Yo tengo mucho estima a los periodistas y tenía claro que no me quería meter en un mundo nuevo sin la preparación adecuada, más que nada por respeto hacia ellos y a todos vosotros, que al fin y al cabo os merecéis leer una columna de ‘calidad’, jeje.

Ha habido historietas varias, anécdotas y, a veces incluso a modo de diario del confinamiento, os contaba mi día a día, con reflexiones y opiniones personales. Os puedo asegurar que ha sido un auténtico placer compartir desde el 15 de marzo con estas 62 columnas, incluyendo la de hoy, con todos vosotros. Solo he perdonado (y porque me obligaron los ‘jefes’) dos, una por un artículo sobre el equipo y la otra por ser Sábado Santo.

En mi afán de superación y de conseguir el objetivo (la cena de Atrio me parecía un objetivo más que suficiente para poner todo mi empeño), me he encontrado, como en la propia vida, con una montaña rusa de sensaciones; habiendo días en los que, como bien sabéis, tenía que saltar de la cama para escribir porque no quería que se me escaparan las ideas y otros donde por más que me ponía delante del ordenador y trataba de concentrarme, no era capaz de escribir más de una palabra, posponiendo para otro momento la columna. Afortunadamente, y pese a no ser mi trabajo, Cristina siempre ha respetado el tiempo que necesitara para dedicárselo a las columnas, tiempo que le estaba quitando a estar con ellas. He de confesaros que Celia se convirtió en cómplice de la mayoría de las columnas, ya que las escribía con ella encima de mí, dejándola incluso que pulsara las teclas de vez en cuando o poniendo algún signo de puntuación.

Me he dejado muchas columnas en el tintero, otras tantas las tengo apuntadas en un archivo de Word que se llama «columnas pendientes» pero tranquilos, esto no es un adiós, si no un hasta luego. A partir de ahora escribiré una o dos columnas semanales, os daré un respiro, que entiendo que debe ser duro leerme todos los días, jeje. Por supuesto que hablaré de la actualidad de nuestro equipo, situación de la liga, de más viajes a China, otras anécdotas de mis tiempos de residencia y selección… o anécdotas familiares. Como cuando mi hermano, tres años menor que yo, acompañaba a mis padres a todos los torneos y campeonatos, o los fines de semana a Madrid, con un balón debajo del brazo, saltando a la pista cada vez que podía.

Todavía tengo muchas historias que compartir y muchos momentos que revivir, así que lo siento, pero de momento no os vais a librar tan fácilmente de mí… jajajajajaja.

De nuevo reiterar el agradecimiento a Javier, Jaime y José María, por su disponibilidad en todo momento, por la total libertad que me han dado a la hora de los contenido y extensión a tratar, y en especial a ‘mi mentor’, Javier, por corregirme y darme su opinión en cada una de ellas, haciéndome mejor ‘columnista’ día tras día.

Me da mucha pena, de verdad... me lo he pasado como un enano volviendo atrás en el tiempo y compartiéndolo con vosotros, y lo que más, he aprendido muchísimo con cada una de ellas. No sé si os estáis dando cuenta de que me cuestan mucho las despedidas y no se muy bien como cerrar la columna de hoy…

Un abrazo muy fuerte para todos #YoMeQuedoEnCasa cada vez por menos tiempo.