Es doloroso como la mentira. Por allá 1991, en la segunda ascensión al Mortirolo, Alvaro Pino, en aquellos tiempos comentarista de la televisión gallega, entrenaba cada día en bici antes de sentarse en la tribuna de prensa del Giro. "No he puesto pie a tierra por dignidad profesional". Pino, vencedor de la Vuelta de 1986 y top ten del Tour, no había ascendido nada tan complicado en todos sus años de profesional. Allí es imposible no sufrir. Los árboles apenas dejan pasar el aire y al menor despiste conduciendo o se cala el coche o se quema el embrague. Y hoy, en este lugar, David Arroyo despertará del sueño, si el Mortirolo se le clava como una espina en las ruedas de su bici, o sorprenderá al mundo. Lo dice sabiendo de lo que habla Eusebio Unzué, máximo responsable de su equipo, el Caisse d´Epargne. "Si Arroyo corona el Mortirolo con Basso y Evans ganará el Giro". Pero sabe Arroyo, lo saben todo, que este monte no tiene misericordia de los vencidos. Son 12,8 kilómetros de ascensión, pero los verdaderamente complicados son los ocho primeros. Y justo donde el Mortirolo se suaviza, a tres kilómetros de la cima, Arroyo será feliz si observa el monumento a la memoria de Marco Pantani, que lo mirará, porque así está esculpido, para observar a los ciclistas en la estrecha carretera. Y si siente cerca el aliento de sus rivales en la clasificación general, todo puede pasar, hasta ganar el próximo domingo en Verona.

En memoria de Pantani

Será la décima ocasión en que el Giro escalará el Mortirolo. Pasó a la historia la de 1994, cuando Claudio Pantani destrozó a todos sus rivales con un demarraje interminable, digno de un genio, como era él. Y por detrás de El Pirata , solo sufrimiento, como el de Miguel Induráin, que aguantó como pudo hasta que se le cruzó el Valico de Santa Cristina, una trampa situada a las puertas de Aprica, donde entonces y hoy finaliza la etapa, y que para mayor fortuna de Arroyo no ha sido incluido en el guión de este año de la ronda italiana.

Nada menos que 1.317 metros de desnivel deberán superar los corredores y rampas de hasta el 18% de porcentaje. En 1996, por el Mortirolo transitó de rosa Abraham Olano y en Aprica perdió la prenda. El último ciclista que pasó con la genuina maglia por la cumbre fue Alberto Contador. Allí supo, lo explicó después, que había ganado el Giro. A Arroyo todavía le aguarda mañana el Gavia, si la nieve lo permite. Pero si supera el Mortirolo, si lo hace, ¿como va a perder el Giro en el Gavia más largo que duro?

Ayer, con todos esperando la gran batalla, se impuso al esprint el alemán Andre Greipel (HTC Columbia) en la etapa entre Levico Terme y Brescia (151 kilómetros).