En poco menos de cinco minutos, Pep Guardiola resumió seis largos meses de incomprensión vividos en Nueva York, mientras diseñaba el nuevo Bayern Múnich y no paraba de escuchar maledicencias procedentes de Barcelona. Se había ido reclamando "tranquilidad" al presidente Sandro Rosell, tras conquistar 14 títulos en cuatro años únicos, y solo oía, según él, comentarios falsos, con intención de hacerle daño, además de intentar erosionar su credibilidad. Cansado de tanto ruido dañino procedente del Camp Nou, Guardiola estalló para cargar contra la junta de Rosell. "Ha habido demasiadas cosas en las que se han pasado de la raya. Utilizar la enfermedad de Tito para hacerme daño no lo olvidaré nunca. No lo olvidaré".

Poco importó, en realidad, la pregunta sobre Neymar y esa supuesta acusación del vicepresidente del Santos, Odilio Rodrigues, en la que decía que Guardiola había dicho, según explicó el padre de Neymar, que Tito no estaba capacitado para gestionar la cohabitación de la nueva estrella brasileña con Messi. Tenía muchas ganas de decirlo, cansado el técnico del Bayern de masticar un silencio diplomático durante más de un largo año. Escogió la conferencia de prensa en Trentino, donde se prepara el club bávaro, junto al Lago de Garda italiano, para lanzar sus mensajes. "Es falso que haya dicho nada sobre la capacidad de Tito de gestionar juntos a Messi y Neymar. La capacidad de Tito está más que demostrada con el año que ha hecho, consiguiendo la Liga más exitosa de la historia del Barça", respondió Guardiola.