Pep Guardiola saltó al escenario como una estrella de rock. Fue la clase de recibimiento que habría recibido Noel Gallagher, el citizen más militante del extinto grupo Oasis. Le esperaban desde hacía dos horas, de pie, en familia, algunos con bufandas con el nombre del entrenador español, protegiéndose de la impredecible meteorología mancunian . En realidad le esperaban desde hacía tres años, cuando la llegada de Ferran Soriano y Txiki Begiristain le relacionó inevitablemente con un futuro azul celeste.

Era el punto culminante de un fin de semana dedicado a los aficionados, cada vez más acostumbrados a la modernidad que envuelve a su club. "¿Ahora?", preguntó el técnico catalán, impaciente ante su presentación en sociedad. "Aún no, espera un momento", le tranquilizó el encargado de protocolo. "¡Ahora!".

Guardiola subió las escaleras apresuradamente, dibujó una sonrisa natural y saludó a los 5.800 seguidores que dedicaron su domingo a darle la bienvenida. En ese instante comenzó oficialmente la nueva era. A pesar del decorado, no estaba allí para cantar. En realidad cuando se le preguntó por la banda sonora de la entidad, entonó un tímido Blue moon que se quedó en esas dos palabras. Guardiola ha venido a otra cosa: "Me he probado en Cataluña y en Alemania. Ahora quiero que la gente se sienta orgullosa de ver cómo juega el Manchester City".

El propio club le presentó como el mejor entrenador del mundo. Una consideración que reafirmaron los diversos aficionados con los que pudimos conversar durante el acto. Guardiola era el sueño real. Pero tienen otro que resulta imposible.

Abrazos y puntapiés

Conocedor de la plantilla en profundidad, dados los enfrentamientos que han protagonizado Bayern de Munich y Manchester City en los últimos años, a Guardiola sólo le queda una prueba a realizar. El contacto directo con sus futbolistas. "Necesito tocarles, necesito conocerles bien. Necesito abrazarles. Necesito darles puntapiés en el culo", declaró cada vez más animado en su inglés con toques americanos. En Manchester le cambiarán el bar por el pub, le modificarán el acento y le harán escoger entre una gran variedad de paraguas y chaquetas con capucha.

Una trabajadora del club se coló en la que será desde hoy mismo su oficina para asegurarse de una rápida aclimatación a la ciudad. Le inundó los cajones de obsequios. Un vinilo de Oasis, una guía turística, unas bolsas de té y una introducción a la serie televisiva local Coronation Street . Es de esperar que Guardiola sustituya todos esos elementos por pizarras, análisis de rivales y perfiles de futbolistas en cuanto tenga la mínima oportunidad. Guardiola ha transmitido su filosofía futbolística alegre a los aficionados.

Los aficionados volvieron a casa sonrientes. Es de dominio público el carácter tranquilo de la afición citizen . No son ruidosos. No se alteran. Salvo en aquel gol en el minuto 94 de Sergio Kun Agüero que les dio la Premier League en el 2012.