Cuando llevas el viento de culo vas muy rápido. Apenas tienes tiempo de mirar a los lados. No conviene acercarse mucho a las bicicletas de los rivales. El corazón nos late deprisa y con fuerza. El peligro está al acecho, sobre todo cuando circulas, como ha sido en esta etapa, por las estrechas carreteras de Inglaterra.

Voy a contar mi táctica, mi estrategia para evitar las caídas en el Tour. Hay compañeros que prefieren ir muy pegados a la rueda que llevan delante. Así uno se agota menos y se aprovecha del rebufo del rival. A mí, en cambio, me gusta más dejar unos 20 cen- tímetros de separación. De vez en cuando te has de echar una carrerilla. Pero no me importa. Hoy mismo, empleando esta fórmula, he podido evitar la caída en la que se ha visto envuelto McEwen y que casi afecta a Valverde, que ha tenido que echar pie a tierra. No vivimos para sustos.

Dejamos Inglaterra y yo, tal como conté ayer, me voy con tristeza. La salida de Londres ha sido impresionante. Allí rodábamos con cierta calma y me ha surgido un pensamiento. ¿Realmente el ciclismo está en crisis El sábado cifraron el seguimiento del prólogo en más de un millón de personas. En esta primera etapa en línea uno se habría aburrido de contar gente. Indescriptible. Mucho más público. El paso por pueblos y pequeñas ciudades se convertía en un bullicio de gente.

Por eso me pregunto. ¿Por qué se ensucia tanto al ciclismo ¿Si estamos en crisis, por qué millones de personas aplauden a nuestro paso Esto es el Tour y, guste o no, marca la diferencia.