CACERES DESTINO TURISTICO: Cazorla (2), Johnson ((27), Washington (28), Higgins (10), Oscar Rodríguez (6) --cinco inicial-- Rivero (6), Javi Pérez (10), Juanmi Morales (-).

CANTABRIA LOBOS: Bryant (18), Machado (25), Lo Grippo (11), Jonzen (16), Kennedy (3) --cinco inicial-- Web (5), Ginobili (-), Martínez (4).

MARCADOR POR CUARTOS: 23-21, 33-43 (descanso), 58-60 y 89-82 (final).

ARBITROS: Santana y Soto. Eliminado: Machado (min. 40).

INCIDENCIAS: Gran ambiente en el pabellón multiusos Ciudad de Cáceres.

No ha vuelto la ACB al pabellón multiusos, no, pero lo parece. Partidos como el Cáceres-Cantabria de anoche trasladan a otros tiempos, no lejanos, a una ciudad ya de por sí con tendencia a la nostalgia. Los dos equipos, con pasado en la máxima división, ofrecieron un espectáculo más propio de ésta que de la Liga LEB.

Encomendados al disfrute general, con alternativas en el juego, con acciones vistosas, con defensas intensas, extremeños y cántabros se empeñaron en conceder una noche estratosférica de baloncesto. Para más inri, el final para los locales fue plenamente feliz, con un último cuarto antológico que le dio el triunfo al grupo de Ñete Bohigas.

Sufrieron los verdinegros para lograr su cuarto éxito consecutivo en la competición. El gran inicio (7-0) auguraba 40 minutos plácidos, pero no podía ser así. Enfrente estaba un equipo de grandes individualidades, comandado por un certerísimo Marcelinho Machado, autor de triples imposibles (7 de 14 al final) y líder visitante dentro de un plantel plagado de buenos baloncestistas, que con un poco más de orden estarán en la vanguardia de la clasificación.

VENTAJA VISITANTE

El Cáceres y el Lobos dirimieron una lucha encarnizada en el parqué, con constantes alternativas en el electrónico hasta que los visitantes tuvieron un momento sublime de inspiración de sus hombres exteriores, con un 26-32 a falta de 5.50 para el descanso, pese al descomunal trabajo de Oscar Rodríguez y Mike Higgins bajo tableros. La salida de pista de Johnson, principal sostén verdinegro en la ofensiva y el poderío cántabro, situaron un 33-43 al descanso del choque.

Daba igual. En la grada se respiraba un ambiente de confianza que en cualquier partido de la ACB --ahí sí que es este año distinto-- equivaldría a pensar sólo en la derrota. El Cáceres salió especialmente motivado tras el intermedio y, de la mano de la pareja Johnson-Washington y una defensa notable, fue remontando hasta instalarse de nuevo en la igualdad (54-54, minuto 29).

En el último cuarto el traslado al mundo ACB, el del espectáculo, el del baloncesto de calidad de verdad, fue un hecho ampliamente secundado por todos, y no sólo por parte de los jugadores, sino de la propia grada, que disfrutó con la magia de este deporte como solamente lo ha hecho a cuentagotas en los últimos años, con el aditivo de que era su equipo favorito el que la ponía.

Un mate de Washington por allí, un triple de Javi Pérez por allá, un rebote poderoso de Higgins, una asistencia de Rivero... aquello fue una fiesta total. Los apuros finales, cuando los visitantes se pusieron a cuatro puntos, fueron, en fin, parte del circo presenciado en el parqué del multiusos. Los actores, de chaqué verdinegro, eran los jugadores del Cáceres, claro.