Manda Hamilton. Es su momento. Manda porque es el nuevo líder del Mundial, porque ha ganado cinco de las seis últimas carreras. Los números lo certifican. Las sensaciones van más alla: huele a cuarto título para el inglés porque hace lo que quiere. Sabía que su única oportunidad de ganar era adelantar a Nico Rosberg en la salida. Y eso hizo. Después durmió la carrera como líder ralentizando la marcha para asegurar llegar sin sobresaltos con los neumáticos al final de carrera. Sus ingenieros le preguntaban qué pasaba y el tricampeón, el chico malo de la parrilla de F-1, teatralizaba hablando de problemas imaginarios. Deberían haberle dado un Oscar junto al jarrón como ganador de este GP de Hungría, el quinto para su vitrina, más que Michael Schumacher, más que nadie en la historia.

Suerte que portaba una visera ahumada en su casco. De lo contrario se hubiera visto su sonrisa pícara al contestar a su ingeniero cuando le preguntaba por qué iba tan despacio. "No lo sé, no tengo ritmo, estoy trabajando en ello", dijo. Ni Toto Wolff ni Niki Lauda son fáciles de engañar. La siguiente orden fue clara. "Si no puedes mejorar el ritmo, Rosberg parará primero en boxes ". Hamilton comenzó a mejorar un segundo por vuelta, pero para entonces ya había asegurado sus neumáticos hasta el final.

El es así, como cuando echó a Rosberg en la primera curva del GP de Canadá. "Tenía subviraje", dijo. Todo el mundo en el paddock sabe que no existe ni subviraje, ni sobreviraje en la primera curva. Cuando Rosberg quiso imitar esa maniobra en Austria, acabó sin alerón, pasando de primero a quinto, y con un sanción. Hay pilotos rápidos y limpios como Rosberg, que no saben hacer de malos. Y hay tipos que, además de ser endiabladamente rápidos, bordean el reglamento, o directamente se lo fuman, pero saben cuándo hacerlo para que en lugar de hablar de su mala conducta, se comente su fortaleza. Así es Hamilton, y así es también Max Verstappen, la joya de Red Bull de 18 años, el único que ha robado una victoria a los Mercedes esta temporada. En Hungaroring, mostró toda su fiereza para defender la quinta posición. "Se ha movido dos veces y me ha roto el jodido alerón", se quejó Raikkonen por radio. Incluso parece que frenara más de la cuenta para asustar a Kimi, como cuando cambio la trayectoria en plena frenada en la vuelta siguiente, algo que también está prohibido. No hubo sanción, ni siquiera investigación.

La carrera tuvo poco más, tan poco, que incluso pasó desapercibida la lucha entre Fernando Alonso y Carlos Sainz por la séptima posición, que el asturiano le ganó en la arrancada al joven madrileño. Fue un hermoso duelo, sí.