Tan sencillo como elegir entre dos o tres paradas. "Tres es lo más rápido según la simulación. Solo que hay que triuadelantar en pista, pero con la alta degradación de estas gomas y las largas rectas, es la mejor opción". Ese era el análisis de Pedro de La Rosa minutos antes del GP de China, la hoja de ruta de McLaren que llevó a Lewis Hamilton al triunfo, la misma que condujo a Mark Webber al podio pese a arrancar 18º. Dos paradas apartaron a Sebastian Vettel de un triunfo que su Red Bull merecía. Dos paradas acabaron de hundir a Ferrari, de abatir a Fernando Alonso. No le funcionó el coche, ni la estrategia, ni el alerón móvil... Tampoco el bicampeón tuvo su mejor día. Salió mal, y por primera vez desde que llegó a Ferrari, fue más lento en carrera que su compañero, el brasileño Felipe Massa. Al final, sexto y séptimo. El equipo de Maranello toca fondo.

La F-1 ha ganado mucho esta temporada. Más adelantamientos, más abanico de estrategias, más espectáculo y, por fin, se ha sacudido de encima la tiranía de la parrilla, esa losa que, en los últimos años, casi decidía las carreras los sábados. Que se lo digan a Vettel. Siete décimas más rápido que nadie en la crono, no atisbaba peligro para anotarse su tercer triunfo consecutivo. Pero, no. La carrera es otra cosa, ahí es más vulnerable. La falta de un KERS eficaz en el RB7 ya le pasa factura. Los dos McLaren le adelantaron como aviones en la arrancada, y a duras penas defendió la tercera posición frente a Nico Rosberg. También Alonso hipotecó el GP al apagarse los semáforos. "Falta, los neumáticos patinaron en exceso. Me adelantó Massa y casi lo hace el Force India de Paul di Resta", reveló abatido al bajarse del coche.

UN FERRARI POBRE "En principio creo que iremos a dos paradas, pero depende la degradación de los neumáticos", había solicitado el asturiano antes de subirse al coche. Pat Fry, el nuevo responsable del muro, se equivocó. El y todos los que con cabezonería se mantuvieron a dos paradas. Más de cuatro segundos (sí, cuatro), perdía Alonso por vuelta cuando estiraba su relevo ya con los neumáticos muy tocados. Fue el último en detenerse entre los grandes. Así que cuando regresó a pista se incrustó 10º en un pelotón más lento, tras el Mercedes de Michael Schumacher.

Ahí perdió otra eternidad. Como en Malasia, no le funcionó el alerón móvil, ese con el que la F-1 se ha vuelto una fiesta de adelantamientos para todos, menos para Alonso. Pulsaba y no se accionada en la contrarrecta. Y de repente, lo hacía en otro sitio. "Ha habido un problema electrónico", dicen medio en secreto en Ferrari. Diez vueltas se mantuvo tras Schumi . Los dos sobrepasaron a Nick Heidfeld con facilidad, pero el asturiano tuvo que esperar a que Schumacher degradara a tope sus gomas para dejarle atrás.

El el muro de la Scuderia no reaccionó, quizá más pendientes de Massa, que, en aquel momento, parecía capaz de llegar al podio junto a Hamilton y Vettel. Pero fue un espejismo, porque la estratregia a dos paradas le condenó igualmente. El final del segundo relevo fue más doloroso para Alonso. A un ritmo cuatro segundos más lento, se apartaba como un doblado cuando Rosberg, Button o Hamilton llegaron a su altura como cohetes, con neumáticos nuevos. Bastante tuvo el asturiano con defender su séptima posición de Schumacher en el tramo final.

Con el mismo coche con el que Webber arrancó 18º y acabó tercero --vaya recital del veterano australiano--, Vettel nada pudo hacer ante los McLaren. Es la diferencia entre acertar o equivocarse con la estrategia. Suerte tuvo el alemán de que Jenson Button, líder del primer tercio de carrera tras una gran arrancada, se equivocó de garaje en la primera parada. Entraba justo por delante de Vettel en el pit lane e, incomprensiblemente, se fue hacia los mecánicos de Red Bull. Asustados, le madaban pasar, pero a Button le faltó muy poco para detener el coche en la marca de Red Bull. Siguió hacia el siguiente garaje, el suyo, pero Vettel, obvio, le superó en la salida.

EL DESPISTE DE BUTTON Ahí perdió el inglés el segundo puesto, ahí dejó escapar McLaren el doblete. "Obviamente, le gustaron más los neumáticos de Red Bull", dijo con ironía Martin Witmarsh, jefazo de McLaren. "No sé lo que pasó, estaba mirando el volante", se disculpó Button. "De todas formas, hoy era más lento que Lewis y que los Red Bull", dijo el excampeón de Brawn para justificar la pérdida de la tercera posición frente a Webber --autor de la vuelta rápida-- en el penúltimo giro. "Solo me queda felicitar a Lewis", añadió Button.

Y tanto. Vaya exhibición del mejor adelantador de la parrilla, a pesar de que por la radio insistían: "¡Tranquilo Lewis, tranquilo! ¡cuida tus neumáticos!". Se dio un festival de adelantamientos, entre ellos a Rosberg, al límite frente a su compañero Button --Witmarsh se mordía las uñas en el muro-- y, finalmente, a Vettel, en mitad de dos curvas enlazadas, a cuatro vueltas del final. "Estoy absolutamente abrumado. El coche iba muy rápido, los neumáticos duraron más de lo esperado, las paradas fueron perfectas...", resumió tras verse en lo más alto del podio desde su último triunfo en Spa. Hace ya muchos meses.