Está fuera de sí. Su entorno justificaba la temporada pasada sus errores por los problemas de convivencia con su mujer, pero un año después, Sebastian Vettel sigue mostrando su peor cara, se ha vuelto un piloto que comete errores, más pendiente de fastidiar a su compañero que de hacer un buen tiempo. Ferrari tiene un problema de desarrollo del coche y otro de rendimiento de su piloto estrella. En Mercedes ocurre lo contrario. El coche va como un tiro y Lewis Hamilton no da señales de fatiga camino de su sexto título.

El chico de Stevenage alarga y alarga su momento dulce. Encontró algo de oposición en Valteri Bottas en las primeras carreras del año, pero el finlandés no ha sido tocado con las mismas virtudes que su compañero. Es rápido, sí, en algunas ocasiones tanto como Hamilton, pero la fuerza del inglés es su consistencia. Es rápido siempre.

«El viento se ha ido levantando en rachas, y tenías que ser muy ágil, muy dinámico para aprovecharlo. En el primer intento perdí algo a causa del viento, pero luego me fue mejor», resumió Hamilton tras establecer un nuevo récord de la pista en su pole número 86, lo nunca visto en la historia de este deporte. «Lewis ha completado una gran vuelta. Todo es cuestión de detalles. En el intento bueno se adaptó mejor al viento que yo», se resignó Bottas, autor de otra primera línea para Mercedes.

Hamilton aventajó en tres décimas a Bottas y en seis a Charles Leclerc, quien se quejó por radio de que Vettel intentó obstaculizarlo. Sainz, mientras, completó en este GP de Francia una clasificación agridulce, satisfecho con firmar un sexto puesto por delante de un Red Bull o del Ferrari de Vettel, pero dolido por sus problemas con el equilibrio.