Eso de ser profeta en tu tierra es algo que no sólo depende de los méritos de cada uno, sino también del momento en el que te toque vivir. Al ahora delantero del Extremadura Rúben Mesa, con apenas 19 años, le había venido la oportunidad soñada en el club de su ciudad, el CD Badajoz. Acababa de salir de la prolífera cantera del Flecha Negra y firmó un contrato de tres temporadas con los blanquinegros. Nunca lo cumpliría. Y no por méritos, sino por el momento. Pocos olvidarán aquel gol en Lepe ante el San Roque que evitaba que el Badajoz se fuera a Tercera División, aunque semanas más tarde, la caída en los despachos sería más brusca todavía por el descenso administrativo.

Diez años han pasado desde que Rubén Mesa fuera, por unos meses, héroe del Nuevo Vivero. Aquel espigado delantero se destapó con cinco goles en Segunda B y un descaro que encandiló a la grada pacense. Pero el sueño lo truncó una mala gestión de club y sus caminos se tuvieron que separar.

Rubén se marchó a Vallecas y luego no dejó de golear para el Atlético de Madrid, el Recreativo o el Villarreal. Llegó a debutar en Segunda y sus 11 goles el año pasado en Majadahonda le abrieron la puerta del Extremadura, que ahora lo disfruta. El domingo, de azulgrana, se vuelve a encontrar al Badajoz.

«Si marco, desde luego, no me gustaría celebrarlo porque tengo mucho cariño y respeto a ese club. En su día para mí fue un sueño estar allí, pero no pudo ser más. El fútbol va dando muchas vueltas», dice el protagonista. Reconoce Mesa que siempre ha habido coqueteo entre club y jugador, pero el interés del Extremadura ha sido tan fuerte que ha encandilado al ahora nueve azulgrana.

Su inicio de temporada ha sido esperanzador, marcando un gol en los 20 minutos que disfrutó ante el Villarrubia y con una tijera al larguero que pudo ser la remontada. Dice no estar sorprendido por la suplencia:«no estuve bien en pretemporada y, sin embargo, Copete lo hizo muy bien. Esto es así», señala el delantero que ha vivido una situación muy particular. Fue padre el 15 de marzo de Lola, una pequeña que ha venido con el Estado de alarma: «nació Lola y nos encerraron. Hemos tenido que adaptarnos a la pequeña en una situación muy especial. Y eso te hace estar más parado de lo habitual». Pero Rubén Mesa ya carbura. Ahora, mucho más maduro futbolísticamente, vuelve a cruzarse con el Badajoz. Pero en el bando contrario.