Sergio García (32 años, Mérida) y Álvaro Pacheco (25 años, Cáceres) se adoran mutuamente. El pasado día 25 escribieron una página más de una amistad muy especial: lograron juntos el ascenso a la Segunda División de fútbol sala con Bayyana El Ejido, pese a que el primero está todavía lesionado de gravedad.La historia no es tan bonita como pudo haber sido.

Se conocieron hace nueve años, cuando coincidieron en Cáceres. Jugaban en la Asociación Deportiva Extremadura en la entonces denominada División de Plata. Sergio era el capitán y decidió dar a los jóvenes el mismo trato cercano que él recibió cuando empezó. Uno de esos recién llegados era Álvaro, que con 16 años estaba empezando y en el que llegaría a ser internacional sub-18 y sub-21.

La conexión se expandió con el paso del tiempo. Estuvieron varios años separados, pero en 2017 sus caminos volvieron a unirse. Sería en Segunda con el Gran Canaria. Allí, además de compartir vestuario, pasaron a ser compañeros de piso. Más que hermanos, pasaron de ser «hermanos», como ambos admiten.

En 2018, Sergio dejó la isla para jugar en El Ejido, de Segunda División B, aunque no tardaría mucho en dejar de estar solo. Recibió la llamada de su «hermano pequeño»: Álvaro buscaba una experiencia fuera del Gran Canaria, con el que descendió a Segunda B y decidió embarcarse en el proyecto del conjunto almeriense. Un equipo «preparado para lograr el ascenso», afirman los dos jugadores.

Sufrimiento

En esta temporada 2019-2020, el equipo comenzó muy fuerte, ganando a todos los rivales. Hasta once victorias consecutivas antes de caer ante el Sima Peligros el 30 de noviembre. Una semana después llegó la jornada número 13. El Ejido se enfrentaba al Jerez Futsal. Con el partido encarrilado, Sergio llevaba tres goles, pero a falta de diez minutos se iba al suelo y se echaba la mano a su rodilla derecha: se había roto el ligamento cruzado, la primera lesión de su carrera.

Lo que estaba siendo una temporada brillante en lo deportivo y en lo personal se convirtió en un martirio. El jugador emeritense dejaba el balón para coger las muletas. Unos meses después, en febrero, fue operado de una dolencia de esas que hacen peligrar las carreras. Parece que no será hasta marzo de 2021 cuando pueda volver a jugar.

El equipo tenía que dejar a un lado la pena por no poder contar con uno de sus jugadores más valiosos. Sergio García debía regatear sus ganas de jugar, aunque le costó bastante. «En los partidos sufría más que ellos», asegura.

Pese a la baja, la trayectoria del conjunto almeriense siguió siendo espectacular sobre la pista. Conseguía ganar por cinco y hasta seis goles de diferencia. «Llegó un momento en el que solo pensábamos en superar nuestros números», apuntan sus dos futbolistas. Fue así hasta que, en marzo, el covid-19 detuvo el mundo.

Éxito

El Bayyana El Ejido llevaba 22 victorias y una derrota: 66 puntos, lo que suponía 19 más que su más inmediato perseguidor, el Nazareno Dos Hermanas. Por descontado, también era el equipo más goleador, con 130, 37 por encima del segundo, el Peligros.

El ascenso era una obligación con esos números, pero, tras el parón, tocaba jugárselo todo en dos eliminatorias a partido único después de tres meses sin jugar. Una papeleta «muy difícil», asegura Álvaro.

En la primera, victoria ante el Melistar por 5-3, lo que dio el pase a la final frente al Mataró. Y en la noche del 25 de junio, el 4-1 valió el ascenso a la segunda categoría. Fue un triunfo que Pacheco relaciona con el «grupo de amigos» que se creó en el vestuario. Por ahí va también Sergio, que asume que «la suma de todos los jugadores» es lo que les permitió subir.

Aún no saben muy bien qué harán el próximo curso. Al pequeño le gustaría jugar con el mayor porque «es un compañero de diez». A Sergio, igual, aunque todo puede estar condicionado por la lesión que sufrió en la fatídica jornada 13.