Hace cerca de 40 años un profesor de gimnasia --antes no se decía de educación física-- llegó a mi pueblo, Arroyo de la Luz, y se encontró que solo practicaban deporte de competición los chicos, y solo uno, el fútbol. Bueno, mejor dicho, como el profesor dice, las chicas solo practicaban también uno, el aplaudir a los chicos. Y se rebeló contra ese machismo deportivo, que aún todavía perdura, aunque en mucha menor medida. Pudo conformar el primer equipo de voleibol femenino de Arroyo, y empezó a entrenar a las primeras chicas arroyanas, ante la mirada sorprendente e incrédula... de los chicos.

Cuarenta años después, las hijas, sobrinas, de aquellas primeras jugadoras son el primer equipo de Extremadura en competición nacional de voleibol femenino, y hoy están a punto de convertirse en las campeonas de su grupo en la liga nacional FEV por segundo año consecutivo. En los últimos años han ganado todas las competiciones regionales posibles, infantiles, juveniles, cadetes, y han dado el salto a la competición nacional. En el 2003, se fichó a un nuevo entrenador, Adolfo Gómez. Yo ese mismo año comenzaba a ser alcalde de Arroyo.

En mayo del 2004 el equipo sube a Primera División nacional, y la temporada 2004-2005 comienza con una reunión primero con las madres y padres --más madres que padres-- del primer equipo, para ver si estaban dispuestos a apoyar a sus hijas en esta categoría nacional que iba a requerir mas esfuerzo de todos, ya que el camino iba a ser duro.

Luego acompañé a Adolfo y Fragoso para reunirnos con todos y cada uno de los empresarios locales que quisieran apoyar al equipo. Hacía falta esfuerzo familiar y recursos económicos, y las dos cosas conseguimos.

En la temporada 2006/2007 se consigue otro milagro, subir de la a la Liga FEV. Pero no terminaron aquí las alegrías. Cuando el equipo entró como novato en la categoría nacional de la Liga FEV, nunca pensamos que iba a quedar el primero, no estaba en la hoja de ruta, como se dice ahora, y de ahí que necesitáramos los refuerzos de la Consejería de los Deportes y de Marca Extremadura, que fueron un alivio económico, junto con la ayuda de la Diputación.

El club pasó de llamarse Nuestra Señora de la Luz a Extremadura Arroyo y las chicas comenzaban a ser llamadas a las selecciones nacionales de cada categoría. Volví a reunirme con Adolfo y Fragoso, y me dijeron que aunque podían subir a una categoría aún superior por méritos deportivos, no lo iban a hacer. Y yo les di todo mi apoyo.

¿Y por qué pudiendo subir, como quizás puedan nuevamente este año no lo hagan? La respuesta es clara: el voleibol femenino en Arroyo no solo es deporte de competición, se ha convertido en todo un fenómeno social de primera magnitud, en una filosofía deportiva.

Las jugadoras se enfrentan a ciudades como La Coruña, Leganés, Vigo, Chiclana y en sus gradas hay como mucho 50 personas. En Arroyo, 500 niños, jóvenes, adultos y ancianos llenan todos los sábados el pabellón.

Es impresionante ver cómo familias enteras acuden, aprenden, conviven, gritan,y sueñan con sus chicas. En Arroyo se vive y disfruta el voleibol como ningún otro deporte, es una cura permanente contra el machismo. Otra clave que me dio una jugadora brasileña del equipo: en Brasil era profesional, pero en Arroyo había vuelto, me decía, a reír y a disfrutar con el voleibol como nunca, por eso se queda aquí.

Pueden estar aún más arriba, pero prefieren mantener una misma filosofía. Aquí nadie es profesional, todas y todos son deportistas vocacionales pero con más profesionalidad que muchos profesionales del deporte. Hace 40 años las chicas aplaudían a los chicos, hoy los chicos aplaudimos a rabiar a las chicas, disfrutamos con ellas, lloramos por ellas.

Son las heroínas extremeñas del deporte de competición. Gracias a todas y cada una de las que vistieron la camiseta del equipo arroyano, gracias a todos los equipos técnicos, a Adolfo --el último entrenador que tanto ha sufrido y disfrutado--, a las juntas directivas, y sobre todo, si me lo permiten los demás, a don José Fragoso, también mi profesor de gimnasia, que nos enseñó a rebelarnos y a mirar el deporte con ojos de mujer. Un hombre que ha luchado toda la vida, que, como nos enseñó Bertolt Brecht, son los imprescindibles.