Casi 30 años de baloncesto profesional en Cáceres y, si hay que elegir a un solo jugador en todo este tiempo por su carisma e implicación, por encima de su calidad, para muchos sería Enrique Fernández Ruiz (15-3-1967). Su mensaje cuando el Cáceres CB, en el que militó desde 1992 a 1998, iba mal, siempre tendía a lo positivo casi como obligación. Por eso en estos tiempos tenebrosos no viene mal una llamada telefónica a Málaga, donde reside, a ver si levanta la moral a la hinchada.

Por supuesto, el otrora triplista impenitente (611 en la actualmente denominada Liga Endesa) no decepciona: «Pese a la gran tragedia que es, todo esto a la sociedad le está viniendo bien. Se están sacando unos valores de ayuda, de solidaridad, de intentar ayudar al prójimo, de valorar el trabajo de los sanitarios, de los cuerpos de seguridad del estado. Hay que intentar que la gente siga la misma línea, que no sea como en Navidad, que todos decimos lo mismo y al poco tiempo ya lo hemos olvidado. Vamos a aprender a disfrutar las cosas que ahora echamos de menos».

Franquicias cerradas

Y eso que, como a casi todo pequeño empresario, el confinamiento le ha dado una buena bofetada. Posee tres franquicias de la firma Calzedonia, dos de ellas en la capital malagueña y otra en Don Benito, que permanecen cerradas desde el 14 de marzo. «Las ventas ya habían bajado muchísimo la semana antes. Ahora estoy intentando apagar fuegos. He tenido que hacer un ERTE con los trabajadores tras pagarles las mitad del mes y es una pena», cuenta. Ahora tiene otros problemas, como resolver los alquileres de los locales en los que están las tiendas. «Sigo luchando en esta situación, que está siendo complicada», reitera.

La fuerza le viene de la familia: su mujer, Olga, y su hijo, Quique, que trabajan con él. Y tiene además otro vástago, Álvaro, que terminó Ciencias del Deporte y trabaja como preparador físico en la cantera del Maristas de baloncesto, el club en el que se dio a conocer. «Estamos todos muy unidos y somos buen equipo. Nos preocupa el futuro entre tanta incertidumbre y cómo va a reaccionar la gente con el consumo cuando se vaya levantando el estado de alarma, que será algo progresivo. Yo creo que va a haber un antes y un después», dice.

Además, tiene la tranquilidad de que madre, María Reyes, de 75 años, se trasladó de Cáceres a Málaga hace cuatro para estar más cerca de ellos. «Vive cerca de nosotros porque es muy independiente», apunta Fernández, al que los aficionados más veteranos del basket local siguen teniendo como un ídolo cuando regresa a la ciudad para algún acto. «Me siento muy privilegiado, muy querido», apostilla.