Aunque su vida familiar estuvo siempre ligada al mundo empresarial, en concreto al negocio textil, a pesar de que fue testigo y, a menudo, protagonista de grandes operaciones, el perfil más acentuado de Juan Antonio Samaranch no es precisamente el económico.

Su larga biografía está repleta de acontecimientos a medio camino entre la economía y la política. Si hubiera que adjudicarle un oficio, una trayectoria profesional constante, desde sus días de joven estudiante de periodismo que se lleva a la chica más guapa de la clase a sus tiempos de anciano nunca retirado del todo, casi seguro que habría que elegir el de relaciones públicas. El de engrasador -en su caso- de grandes temas del momento, que no es tarea menor.

Dicen quienes le conocieron de cerca que cuando era procurador en las Cortes por el tercio familiar que siempre procuraba estar bien informado para trasladar a Madrid iniciativas que pudieran beneficiar a Barcelona, desde todos los puntos de vista, aunque muy atento a que sus propuestas no incomodaran al ministro de turno. Fue presidente de Caixa Catalunya durante los cuatro años que presidió la diputación provincial y, caso insólito en la historia financiera española, luego fue presidente de otra caja, La Caixa.

Operaciones difíciles de encajar

No fue protagonista de grandes compras y ventas de empresas, pero sí supo acercar posiciones y hacer viables operaciones muy difíciles de encajar. Existe un tipo de hombres que saben actuar con una generosidad tan aparentemente innecesaria como superrentable en el largo plazo. Son personajes obligatoriamente espléndidos en lo personal. De esa forma son luego capaces -él lo hizo- de atraer a la causa olímpica a un gigante como China en los años en que esa acercamiento era casi una excentricidad, y después apoyar su estrellato mundial con la organización de unos Juegos Olímpicos que el régimen utilizó como un impagable lifting. ¿Cómo no iba a atender años después el Gobierno chino a los emisarios de La Caixa que llevaban una tarjeta de presentación en la que Juan Antonio Samaranch figuraba como presidente de honor? Ahí está la caja con el 10,1% del capital de The Bank of East Asia.

Como dice Jean-Claude Trichet para referirse a la política de tipos del BCE, la clase de hombres que saben nadar entre esas aguas tan complicadas -abrirle las puertas del deporte a China, restablecer las relaciones diplomáticas entre España y la URSS- tiene que ser por definición acomodaticia. Con una gran capacidad de adaptarse a la dirección del viento. Por eso no se le conocieron disputas por el logro o el mantenimiento de un cargo -20 años en la presidencia del COI, por ejemplo-; por eso, cuando Josep Vilarasau decidió jubilarse en 1999 como director general de La Caixa y asumir la presidencia, Samaranch lo aceptó sin rechistar. Ni siquiera tras oír y leer a aquellos perspicaces que aseguraban que el cambio tenía su origen en los problemas del COI, que La Caixa no quería verse salpicada a través de la figura de su presidente.