El pasaporte estadounidense de Chris Horner tiene un grave error. Es imposible que este corredor dicharachero esté a un mes de cumplir los 42 años y más si se tiene en cuenta cómo subió ayer por las durísimas y empinadísimas rampas de Hazallanas, la pared más dura de Sierra Nevada, en Granada, donde finalizó la décima etapa de la Vuelta que ganó con la recompensa del jersey rojo que perdió Dani Moreno.

Por si alguien tenía alguna duda, ayer en Andalucía, quedó claro que el jefe de filas del Katusha era Purito quien, al igual que Alejandro Valverde, no acabó de encontrar su mejor toque de pedal en un día de sumo calor, marcado por las caídas (Albert Losada, uno de los grandes ayudantes de Joaquim Rodríguez, tuvo que abandonar) y por la dificultad de tratarse de la primera jornada verdadera de alta montaña, lo que se repetirá entre el sábado y el lunes próximo en los Pirineos catalán, andorrano y aragonés. Por esta razón, ni Valverde ni Purito pudieron responder eficazmente al demarraje de Vincenzo Nibali quien, con permiso de Horner, sigue siendo su gran amenaza para la victoria final en Madrid. 15 segundos arañó El Tiburón en Sierra Nevada, con lo que contrarrestó buena parte de la pérdida acumulada en los titubeos de los días anteriores.

"Hoy se han visto de verdad los candidatos a la Vuelta", dijo Alejandro Valverde. "Horner ha sorprendido, pero no tanto porque ya se le estaba viendo muy bien, lo único quizás por el minuto que nos ha sacado, que es bastante tiempo".

La Vuelta descansará hoy en Zaragoza y sus alrededores, a la espera de la contrarreloj prevista para mañana, con llegada y salida en Tarazona y con la obligación, como sello de la carrera, de un puerto en mitad del recorrido. Por cierto, Horner, el líder, no tiene equipo para el año que viene. Y Alonso necesita ciclistas.