Ha tardado mucho tiempo en aparecer en la escena olímpica, aunque Río son sus cuartos Juegos. Pero Katinka Hosszu parece haber dado, al fin, con el resorte, para explotar todo su potencial y convertirse en una estrella del ‘star system’ del deporte. La nadadora húngara, de 27 años, se colgó su segunda medalla de oro en los 100 espalda, apenas 48 horas después de su espectacular triunfo en los 400 estilos, que logró con un récord del mundo. Su marca, en esta ocasión, aún siendo de gran nivel fue más terrenal, (58.45 segundos) pero le bastó para imponerse en un apretado esprint a la estadounidense Kathleen Baker, que se tuvo que conformar con la plata, y a las dos medallistas de bronce, la canadiense Kylie Masse y la china Yuanhui Fu, que marcaron el mismo crono.

Su triunfo, en su segunda final de las cinco pruebas que tiene previstas en Río, volvió a provocar escenas de euforia de su marido,Shane Tusup, al pie de la piscina, aprovechándose de su condición también de entrenador, y también imágenes de emoción de Hosszuen el podio, donde no pudo evitar las lágrimas.

Menos de una hora después, la húngara volvió a tirarse al agua en la segunda semifinal del 200 estilos, para garantizarse un puesto en la final y una nueva opción de medalla en estos Juegos. La badalonesa Mireia Belmonte quedó en último lugar en esa misma serie (2.13.33) lejos de los tiempos que daban acceso a la final, aunque no era tampoco su objetivo en estos Juegos. Sí lo será en cambio los 200 mariposa, su mejor prueba, en la que este martes intentará ganar su puesto para la final, que se disputaría el miércoles.

EL POLIVALENTE YANG

Espectacular como pocas fue la final del 200 libre que acabó por coronar al chino Sun Yang, que se llevó un electrizante duelo con el sudafricano Chad Le Clos y el estadounidense Conor Dwyer, resuelto en este orden. Hasta los últimos 50 metros, Yang se mantuvo en la tercera plaza, pero acabó aprovechándose del enome desgaste de Le Clos, que destripó la carrera al nadar el primer 50 en 23.91 segundos. Eso le dio casi un cuerpo de ventaja hasta el último largo que nadó en 27.49, incapaz de sostener ese ritmo infernal, aunque suficiente para darle la plata.

Sun Yang celebró con rabia el oro del 200 que se le escapó en Londres (fue segundo) donde se proclamó campeón en el 400 y el 1.500 libre, demostrando el enorme talento que atesora, capaz de de dominar la velocidad y el fondo con la misma autoridad.

DOS RÉCORDS OLÍMPICOS

La tercera jornada no dejó ningún récord del mundo, pero sí dos nuevos récords olímpicos y también algún pulso espectacular en las series semifinales. Los dos récords fueron obra de dos de los componentes de la nueva hornada de talentos estadounidenses que florecieron en los trials de Omaha. Ryan Murphy, de 21 años, se colgó el oro en los 100 espalda (51.97 segundos) y Lilly King, de 19 años, que se proclamó campeona olímpica en la final de los 100 braza con un tiempo de 1.04.93, relegando a la segunda plaza a la rusa Yulia Efimova, que hasta tres días antes del inicio de la competición, estuvo entre los deportistas vetados por la FINA para competir, por dos positivos en su carrera, pero que finalmente obtuvo el permiso para integrar el equipo ruso. “Ha sido un año muy duro de trabajo para llegar a los Juegos y después por lo que ha pasado”, afirmó, entre lágrimas, a las cámaras de televisión. “Quería el oro de los Juegos. Quizás la próxima vez”.

La velada sirvió para perfilar también dos finales que se celebrarán este martes y prometen estar entre los momentos más apasionantes de los juegos. En los 200 libre femenino, la sueca Sarah Sjostrom se clasificó con el mejor tiempo (1.54.65) por delante del fenómeno estadounidense Katie Ledecky (1.54.81) y de la italiana Federica Pellegrini (1.55.42). En los 200 mariposa masculinos, el gran favorito, el estadounidense Michael Phelps se tuvo que conformar con el segundo mejor tiempo de los finalistas (1.54.12) sorprendido por el húngaro Tamas Kenderesi (1.53.96) mientras que el tercer mejor crono fue para el incombustible húngaro Laszlo Cseh(1.55.18)