Fiasco, farsa, aburrimiento y hasta cierta vergüenza, por qué negarlo. Menos mal que el Tour es un espectáculo gratuito porque, de lo contrario, ayer más de un espectador apostado en la cuneta que hubiera pagado entrada tendría el derecho de que le devolvieran el dinero. Entre todos mataron la décima etapa del Tour y ella sola se murió.

Nunca, hasta ayer, se había vivido una jornada de 14 de Julio tan decepcionante. La fiesta nacional francesa del 2009 no se recordará por los gritos de libertad, fraternidad e igualdad en el pelotón. Qué va. El 14 de julio del 2009 pasará a la historia ciclista como el de la primera huelga de pinganillos caídos.

Discutible era la medida, realizada con la bendición de la UCI (Unión Ciclista Internacional), ahora amigos para siempre con el Tour tras años de divorcio.

Se quiso prohibir la utilización de auriculares, los famosos pinganillos con los que los técnicos se comunican desde el coche con los corredores y estos pueden hablar con compañeros y directores de equipo.

Debía verse si los ciclistas recuperaban libertad de decisión sin los útiles y rodaban como se había hecho siempre hasta inicios de los 90, cuando el Motorola en el que corría el joven Armstrong innovó la técnica que ahora usan todos los equipos.

EL VIERNES, MAS DE LO MISMO El Tour decidió y la UCI autorizó. Dos etapas del Tour (la de ayer y la del próximo viernes) se disputarían a la antigua. Desde hacía días se sabía que existía una fuerte oposición por parte de la mayoría de equipos, 14 de los 20 que componen el pelotón del Tour. La encabezaba Johan Bruyneel, mánager del Astana de la marejada Armstrong-Contador, pero también del Astana que mueve la prueba al ritmo de sus pedales. Y de un Astana que bendice el liderato del italiano Rinaldo Nocentini porque le va bien. Tal vez por esta razón, el equipo del líder, el AG2R, pese a ser francés, se alió con la mayoría, porque si el Astana se enojaba... adiós al liderato.

Bruyneel deseaba mantener la autoridad de los equipos. "No se ha corrido con pinganillo, pero esto no se ha acabado aquí", advirtió, a la vez que, como un reguero de pólvora, corrió por las calles de Limoges, desde donde salió la etapa, una consigna.

Habrá esprint, no se permitirán acciones peligrosas y, sobre todo, está prohibido que gane un ciclista de los seis equipos que apoyan la medida, casualmente cuatro franceses, en un 14 de Juillet.

Hubo fuga, que la hubo, porque al pelotón le era más fácil rodar con unos escapados, tres rebeldes franceses (Dumoulin, Hupond y Vaugrenard) y un vigilante (el ruso Ignatiev, del Katusha, que siempre se mantuvo a rueda para bajar la moral a su trío de acompañantes).

Los pillaron cuando quisieron y todo se acabó con un esprint masivo donde ganó el de siempre, Mark Cavendish.

Mientras, muchos querrán saber: ¿cuántas bicis lleva un candidato a la victoria? ¿Los auxiliares llegan a mimar la bicicleta de un campeón? ¿Tienen trato especial o son diferentes las máquinas que utiliza un ciclista como Alberto Contador? Nada mejor que preguntárselo a Faustino Muñoz, el mecánico del ciclista de Pinto. "No tiene porque haber un trato diferencial a la hora de cuidar la bicicleta de Contador de la del resto de integrantes del equipo", explica.

"Si bien es cierto que cada ciclista prefiere que sea su mecánico de confianza quien le ponga la bici a punto. Yo, por ejemplo, no toco la de Armstrong. Acondicionarla, si no ha sufrido una avería importante en la etapa, representa una media de 35 a 40 minutos diarios". Contador encontrará a la hora de partir su herramienta de trabajo lista para un duro pedaleo de casi 200 kilómetros a una media superior a los 40 kilómetros por hora.