Hubo un día en que Thor Hushovd se ganó la simpatía de buena parte de los aficionados catalanes. La sociedad que gestiona el Tour quiso salvar la vida al difunto Midi Libre. Pero le cambió el nombre y se inventó el Tour del Languedoc y el Rosselló. El joven Hushovd ganó una etapa al esprint cerca de Perpinyà. Y sorprendió con sus declaraciones al afirmar que era muy feliz porque se sentía catalán, porque vivía cerca de la frontera entre Cataluña y Francia y porque casi cada día llegaba con su bicicleta a los alrededores de Figueres.

Luego empezó a triunfar más y más, a convertirse en un experto velocista y a sus 31 años, además, en ser también un especialista en contrarrelojes de corto kilometraje. Ha llevado el maillot amarillo del Tour y también (será por su empeño en ser catalán) el de líder de la Volta. Y quizá, por eso también, no se le atragantaron las cuestas de Montjuïc y sucedió en el palmarés barcelonés del Tour a José Pérez Francés. Y eso que ha llovido, sobre todo ayer.

Hushovd obsequió e hizo feliz a su jefe de filas, a Carlos Sastre, porque el joven conjunto del Cervélo estrenó en Montjuïc su repertorio de victorias de etapa en la ronda francesa, después de haberlo hecho también en el Giro, en su primer año de rodaje por el pelotón internacional.

Oscar Freire, en cambio, era la otra cara de la moneda. No se le había visto mucho por la cabeza del pelotón a la hora de disputar una llegada masiva. Tenía fijada en su mente la etapa de Barcelona. Pero para triunfar en un esprint hay que tener la compañía del equipo y parece que el Rabobank de Holanda, en cuyo coche auxiliar viajó ayer Johan Cruyff, no anda nada fino en este Tour. Se volvió a ver ayer en Barcelona. Freire temía que en Montjuïc pudiera encontrarse muy solo, y de este modo, no fuera capaz de anotarse la victoria.

Con Menchov de nuevo descolgado, solo Juan Antonio Flecha estuvo capacitado para ayudar a Freire. Mucho trabajo para un solo ciclista. Freire tuvo que actuar en solitario. Y lanzó el esprint cuando apenas quedaban 150 metros de etapa. Y eso es peligroso, porque si eres el primero siempre puede surgir un rival que te coja la rueda y te bata en el último suspiro de la etapa. Por eso triunfó Hushovd y, por eso también, Freire debió conformarse con la segunda plaza en Barcelona. Ya se sabe; de los segundos en una etapa no se acuerda nadie.

ARMSTRONG, NO Montjuïc esperaba también un duelo entre Fabian Cancellara, el jersey amarillo, y Lance Armstrong, empatado a tiempo. Solo con que el suizo se hubiese cortado un segundo, el tejano llevaría esta mañana el jersey amarillo en la ruta entre Barcelona y el sector de Arcalís de la estación de Vallnord.

Armstrong habría partido hoy de amarillo de Barcelona, a una hora temprana, 10.50 horas, pero eso no debe ser impedimento, aunque sea horario laboral, para que las calles del centro de Barcelona vuelvan a llenarse de público. Cancellara llevará un jersey amarillo que se ha ganado con todo derecho y que ayer defendió por unas cuestas de Montjuïc que fueron menos fieras de lo que se esperaba. 43 ciclistas llegaron juntos a meta. Y es que los ciclistas de hoy en día no se descuelgan con facilidad.

Solo se apearon del pelotón los que se cayeron por culpa de las resbaladizas calles de Barcelona, a causa de la tormenta que azotó la capital catalana. La organización de la carrera contabilizó hasta a 20 ciclistas por los suelos: entre ellos, el excampeón del mundo Tom Boonen. "Estaban muy peligrosas las zonas en las que había carril bici, pues las ruedas patinaban con la pintura blanca. Por eso, ha habido algunas caídas", explicó Freire.

Hoy Freire y Hushovd, pasarán a un segundo plano, porque hoy llegan los Pirineos. Hoy puede ser el día de Contador.