Iker Casillas tiene intención de ser el rival de Luis Rubiales en la pelea por la presidencia de la Federación Española de Fútbol (RFEF). Está en juego la gestión del fútbol español y de un presupuesto para el 2020 que prevé unos ingresos de 317 millones de euros, en un puesto muy bien remunerado (Rubiales cobró 337.000 euros en el 2019).

El que fuera portero del Madrid durante 16 años se reunió con la nueva presidenta del Consejo Superior de Deportes, Irene Lozano, según informó la Cadena Ser y confirmó EFE, sin más motivo público que su intención de concurrir en los comicios que la federación de fútbol tiene obligación de acometer.

Casillas todavía tiene que desvincularse de su club, el Oporto, y terminar su carrera como futbolista profesional, interrumpida después de sufrir un infarto el pasado mes de mayo.

La acción de la justicia derribó el muro infranqueable que era la presidencia de Ángel María Villar y Rubiales ganó, a base de vender su programa puerta a puerta entre la asamblea de la Federación, como alternativa al continuista Larrea. Ahora se enfrenta a la batalla definitiva para asentar su poder.

La presión popular y el debate público han invadido como nunca antes unos comicios con menos de 150 electores, que van a llevar de la mano una carrera electoral reñida y bronca, con ataques constantes, como una carrera por la presidencia contra Donald Trump. «No sé qué formación tiene en la gestión, lo desconozco», empezó a ejercer presión Rubiales, en la Cadena Ser, antes de que la candidatura de Casillas no hubiera pasado la fase de rumor.

El mensaje desde la Federación es de tranquilidad, con la confianza que da afrontar unas elecciones de características reducidas (144 votos) que favorecen la reelección. Antes de ir a las urnas en una fecha aún sin determinar por el CSD, tienen que ser elegidos los 139 asambleístas con derecho a voto, una batalla previa que se ha cobrado muchos aspirantes a candidatos.

Antes de que apareciera un rival, en la asamblea de diciembre, Rubiales anunció su intención de pedir adelantar las elecciones a antes de los Juegos Olímpicos: «Lo lógico parece que quien gestione esta Eurocopa llegue siendo presidente para los próximos cuatro años. Ya hay otras federaciones que han pedido ese adelanto, lo vamos a volver a pedir», dijo entonces el presidente. Ahora, con la llegada de un contendiente de la entidad de Casillas, el interés del actual presidente es acelerar el proceso y la decisión del CSD se ha transformado en muy trascendental.

Además de la red de influencias, el poder mediático y de masas sociales, los intereses que hay en juego inmiscuyen a los poderes políticos y económicos del país. Está en juego el control sobre la Copa del Rey, la Supercopa de España, la gestión del fútbol femenino y de cantera, las relaciones con UEFA y FIFA o la potencial organización de un Mundial, como ha demostrado un Rubiales que se ha prodigado en la firma de nuevos contratos y en la implantación de novedosas iniciativas.

Injerencia de Tebas / En el trasfondo aparece el interés innegable de Javier Tebas en buscar una alternativa a Rubiales, preferiblemente que no torpedee sus planes expansionistas con, por ejemplo, un partido de La Liga en Estados Unidos.

Aunque la percepción de la candidatura de Casillas como una extensión de Javier Tebas está por demostrar, aunque el portero es embajador de La Liga, es innegable que un enemigo común puede provocar coaliciones inesperadas y Rubiales ha acumulado enemistades en todos los sectores del fútbol. También sólidos apoyos, con la fórmula de atar votos gracias a concesiones y a promesas avaladas por el puesto de mando.

Otro elemento central en esta historia es David Aganzo, sucesor de Rubiales al frente del sindicato de futbolistas AFE y uno de los instigadores de una alternativa para la actual presidencia de la Federación. El voto del fútbol profesional, entre esos dos apoyos, se antoja decantado mayoritariamente para la candidatura opositora, pero la pelea por la territoriales es el gran escenario de batalla. Además, también tienen participación los árbitros, el fútbol sala o el fútbol playa, un entramado complejo sin margen para los bandazos.