Este fin de semana ha acabado la liga para el Cefo FS, representante extremeño (con La Garrovilla) en la Segunda femenina del fútbol sala nacional. Y las chicas de Villanueva de la Serena han logrado una espectacular quinta posición, un mérito increíble.

Es evidente que el balance no puede ser más positivo. Como ocurriera la pasada temporada, las extremeñas han ido de menos a más y han concluido con números de campeonas. En más de una oportunidad he subrayado por aquí la dificultad que conlleva conseguir buenos resultados en este perfil de clubs, modestos donde los haya.

Con muy poco presupuesto, las rigores económicos no permiten siquiera a veces hacer noche en un desplazamiento largo, entre otras particularidades. Muchas de las jugadoras no residen en Villanueva de La Serena.

Buena parte de ellas estudia y duerme en Cáceres, a más de 100 kilómetros de donde entrenan tres veces a la semana y disputan sus partidos cada dos fines de semana.

La clave del Cefo es la ilusión que irradian sus jugadoras, rayana en lo contagioso. Leer en las redes sociales sus pensamientos en alto sobre tal o cual partido o las propias entrevistas que cuelgan en Twitter (sí, aquí también funcionan) es sencillamente impresionante. El Cefo es una verdadera piña, y así ha terminado el grupo en un año verdaderamente fantástico.

La fiesta sería completa si el Sporting Garrovilla consigue la permanencia el próximo fin de semana. Las chicas de este club, menos consolidadas, han ido también a más, pero su mejoría no se sabe si les llegará. Sería una buena noticia porque ellas también lo han puesto todo.

Y todo ello, en un año especialmente complicado para el fútbol sala regional, con una manifesta irregularidad de los clubs de Segunda B, excepto en el caso del Jerez.