Imperio de Mérida: Luisma, Casares, Fabio, Pedro José, Carlos, Chico, Macías, Cristo (Silva, min.65), Perico (Pisky, min.46), Javi Ramos (Piji, min. 60) y Laury.

Plasencia: Edu, Jordi, Juanfran, Héctor Mena (Manu, min. 27), Haro (Oscar, min. 54), Emilio Gil, Caballero, Javi Bravo, Josué, Serra (Javi Oliva, min. 73) y Quique.

Goles: 1-0 Cristo, min. 48; 2-0 Silva, min. 87 de penalti.

Arbitro: Paloma Quintero Siles (2). Amonestó al local Laury y a los visitantes Manu y Caballero.

Incidencias: Estadio Municipal Romano. 200 espectadores.

Antes de comenzar el partido, el equipo de Juan Marrero ya había entrado en la historia del Imperio al estar clasificado matemáticamente para las eliminatorias de ascenso a Segunda División B por primera vez en su historia merced a la derrota del Díter Zafra el sábado frente al Don Benito. Luego lo celebró de la mejor manera posible con una victoria frente al Plasencia.

Como los dos equipos no se jugaban más que terminar lo más alto posible al final de la liga regular en la primera parte se vio cierta relajación, el Imperio fue quien llevó el peso del partido y tuvo las mejores ocasiones principalmente en las botas de su pareja de delanteros, Perico y Cristo, éste último por partida doble, aunque el juego no estaba siendo lo fluido de otras ocasiones.

ACTITUD VISITANTE El Plasencia, por su parte, nunca le perdió la cara al partido, al que llegaba sin presiones. Eso sí, creó poco peligro, a pesar de intentar siempre crear peligro por las dos bandas.

El gol de Cristo a los tres minutos, reactivó el partido y se vio un fútbol más vertical y a un Plasencia que creó un par de ocasiones que pudieron ser el empate pero el cancerbero local Luisma respondió perfectamente.

Mientras tanto, el Imperio mejoró con la entrada de Pisky y Silva. Este último reaparecía tras la lesión que le ha tenido en el dique seco un mes y marcaba el segundo tanto a falta de tres minutos de penalti que le hacían al propio Pisky cuando encaraba al portero Edu.

Al final, fuegos artificiales en el estadio emeritense para celebrar el hecho conseguido a falta de una jornada para el final.