Portugal salvó ayer su primer partido a vida o muerte ante Rusia (2-0) el día en que España empató con Grecia (1-1) y se metió ella sola en el barro. La selección está en peligro. Iñaki Sáez, el hombre tranquilo que parecía tenerlo todo controlado, perdió los papeles en el momento más inoportuno. Debe ser cosa de los genes del cargo. Porque España sigue metida en los mismos líos y debates que tanto daño le hicieron en la época de Javier Clemente y José Antonio Camacho. Lo de siempre.

La decisión del seleccionador de romper la norma y ocultar la alineación en la víspera del partido, para terminar apostando por el mismo once que debutó contra Rusia, ha demostrado el miedo a la derrota y la tozudez de un técnico que ha colocado a España en una situación delicada: el domingo necesita ganar o empatar ante Portugal en Lisboa para meterse en los cuartos de final. La derrota sólo le serviría si Grecia pierde contra Rusia por una diferencia de goles superior a la sufra España contra los anfitriones.

COMO EN EL 2002 Sufrir. Este parece ser siempre el destino de España. La situación es idéntica a la vivida hace dos años en el Mundial-2002. La selección jugó entonces contra Corea del Sur, el país organizador junto a Japón, en cuartos de final. Y se sintió más desamparada que nunca. La FIFA designó a un árbitro egipcio, El Ghandur, que se vio superado por la ilusión de todo un país y contribuyó, con sus errores, a clasificar al equipo coreano de Hiddink para semifinales. España se jugará ahora la vida contra Portugal por culpa de sus propios errores. Y nadie olvida que a la UEFA no le interesa que el equipo anfitrión caiga en la primera fase, por mucho que España sea el segundo país, tras Inglaterra, que más seguidores arrastra.

Sáez parece haber perdido su inocencia. Es un seleccionador de perfil bajo al que las críticas y los debates alrededor del equipo han descolocado y le han hecho olvidar sus orígenes. Ha perdido su carácter bonachón para adoptar tics, como el de ocultar el once titular, más propios de su amigo Clemente.

Quiere morir con sus ideas. Sólo está dispuesto a escuchar a los suyos. Y alguien le tendría que decir que apueste por los mejores. Por los que, como Valerón, Xabi Alonso y Torres, ahora están en el banquillo. Mal asunto cuando uno se encierra en su caparazón y pierde de vista el mundo exterior. El técnico no hace caso al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que reclamó a Valerón contra Rusia. Y mucho menos al secretario general del Partido Popular, Mariano Rajoy, que ayer aseguró que Raúl, Torres y Valerón pueden jugar juntos. Lo dijo por la mañana, antes de que el congreso se quedara vacío. Y es que sólo 30 diputados de los 350 de la cámara asistieron al debate de la tarde, mientras jugaba España.

CONTRADICCIONES Ayer sólo debatieron quién debe sustituir a Marchena, sancionado, contra Portugal. Y quién entrará por Puyol si no se recupera del golpe en la rodilla. Se lo podrían aclarar a Sáez. Ayer declaró que el empate no era un mal resultado y luego se desdijo: "¿Cómo voy a decir yo que el empate no es mal resultado? Eso no se le ocurre ni al que asó la manteca".