A Federico Martín Bahamontes le llamaban El Aguila de Toledo . Julio Jiménez ascendió las cumbres más duras del Tour y la Vuelta con el sobrenombre de El Relojero de Avila . Eran otros tiempos. Era una época en la que los escaladores de postín atacaban desde lejos y sus perseguidores se retorcían persiguiéndolos. Uno a uno. Sin tácticas. Sin pinganillos. Sin directores frenándolos desde el coche por el miedo al fracaso. Pero también eran años en los que no existían cimas tan duras como el Angliru, donde pastaban las vacas y quizá, todavía, algún bisonte.

Juanjo Cobo no es ni Alberto Contador, ni Andy Schleck, ni Cadel Evans. Ni tampoco Alejandro Valverde o Ivan Basso. Ni siquiera, hasta ayer, hablaban los libros de la historia ciclista como lo hacen, por ejemplo, de Fabian Cancellara; otro con apodo, el Espartaco suizo. Hasta ayer solo era el vecino más famoso del barrio de la Pesa, en la localidad cántabra de Cabezón de la Sal. Y, para todos ellos, El Bisonte , el animal con los cuernos que representó con sus dedos al atravesar ayer victorioso la línea de llegada de la cima del Angliru: la Vuelta 2011 patas arriba; Cobo, de líder, con más de media carrera en el bolsillo, y Bradley Wiggins, el corredor que exportaba la carrera más allá de las fronteras españolas, noqueado, incluso adelantado por su escudero Chris Froome. Nunca se sabrá si el conjunto británico del Sky erró ayer al sacrificar a Froome y no lanzarlo a la caza de El Bisonte de la Pesa , flamante líder de la ronda española.

CIEN MIL PERSONAS Pero también hubo un día en el que los grandes protagonistas de este deporte no eran nadie, o al menos gran cosa. Siempre hubo un primer día. Por eso, quien triunfa en el Angliru ante 100.000 personas (ese fue el registro de público en la cima cifrado por el Ayuntamiento de Riosa, término municipal del monte) no es un cicloturista con pelos en las piernas. Es algo más. "Este es el gran triunfo de mi vida", explicó Cobo, con aire campechano, como si estuviera en un bar de Cabezón tomando unas cervezas con la cuadrilla. "Creo que voy a tener fuerzas para llegar de líder a Madrid".

Atacó en el mismo punto donde lo hizo Contador en el 2008. Como él se marchó en solitario en busca no solo del triunfo de etapa sino también del liderato de la Vuelta. Wiggins se retorció casi hasta perder el equilibrio, obstaculizado por una moto de televisión averiada.

CON SASTRE Y MENCHOV Cobo parecía no avanzar, pero si él apenas superaba los 8 kilómetros por hora, por detrás todavía se ascendía con mayor lentitud. Quedan cinco etapas de Vuelta; entre ellas el paso por las carreteras del País Vasco, pero el Geox, el mismo equipo castigado por el Tour como penitencia por sus pecados del pasado, tal cual sucedió con el Astana en el 2008, tiene nada menos que a un ganador del Tour (Carlos Sastre) y a un doble vencedor de la Vuelta con un Giro a las espaldas (Denis Menchov) para ser los pastores del bisonte.

"Solo oía que me gritaban por el pinganillo". Suficiente. Poco podía escuchar Cobo porque ayer El Angliru era un escenario maravilloso de pasión ciclista, un puerto que ponía la piel de gallina; centenares de bicis subiendo cuando todavía los corredores de la Vuelta estaban en sus hoteles, y chillidos acalorados cuando los ciclistas enfilaban las cuestas. Quien quiera saber si el ciclismo es un deporte vivo que se acerque por Asturias.