Nerea Sánchez aún se lo anda preguntando en su fuero interno, con una mezcla de rabia e incredulidad. "Todavía estoy un poco que no sé lo que ha pasado. Dándole vueltas al tema. Y no consigo explicármelo", relata. Es una de las dos futbolistas del Femenino Cáceres que fueron agredidas por rivales y público después del partido de Segunda División disputado el pasado domingo ante El Naranjo, en la barriada cordobesa del mismo nombre.

Selene Alegre es la otra. Ayer por la tarde fue sometida a una ecografía para conocer el alcance de las lesiones que sufre en el cuello. El caso, desvelado por EL PERIODICO EXTREMADURA y que ha tenido relevancia nacional, ha reabierto el eterno debate sobre la violencia en el deporte.

"Nunca me había ocurrido nada parecido", cuenta Nerea, una delantera pacense de 21 años, los mismos que Selene, que es cacereña y con la que comparte posición en el campo. Estudia un módulo de Cocina en Cáceres. El fútbol siempre ha sido su gran pasión y, pese a lo sucedido, no se le ha pasado por la cabeza dejarlo.

"Yo estaba flipando. ¿Me están pegando?, me decía a mí misma con las manos en la cabeza. Me arrojaron al suelo... Solo sé que estaba rodeada de seis o siete futbolistas de El Naranjo. Una compañera del equipo se tiró encima para protegerme y ya me llevaron para el vestuario", añade la jugadora, que exculpa a parte de las rivales. "Oí a dos o tres de sus jugadoras de su equipo diciendo: "Qué vergüenza. Siempre pasa lo mismo aquí...". Allí siempre nos insultan, pero casi forma parte del juego. En estos días no se han puesto en contacto con nosotras", apunta.

Con un collarín y una cédula para el dedo menique, no podrá jugar el próximo partido. "El árbitro pone en el acta que yo le di una patada a la portera del rival. Realmente no sé cuándo vio eso, la verdad", sostiene.

Por lo que parece, habrá que regresar a Córdoba la próxima temporada. "Por mí no hay problemas", responde, algo apurada por la preocupación que han padecido sus padres, a los que ha tenido que tranquilizar. "Siempre me han apoyado para que jugase. Esto ha sido solo por unas 'locas', entre comillas. Nos llevamos súper bien con gente de los otros equipos. Son en general buenas chicas, normales, como nosotras", añade Nerea.

LAS VETERANAS También busca porqués Alicia Barrado, de 24 años y estudiante de Ciencias de la Educación. Una posibilidad es el enfado que pillaron las jugadoras andaluzas porque el encuentro de la primera vuelta, en Cáceres, tuvo que suspenderse por la lluvia y debieron viajar de nuevo para recuperarlo.

Alicia, lateral/extremo de Madroñera, también echa una mano en la asociación Aspainca para discapacitados. Su papel fue la de poner paz en el confuso momento en el que se desataron los nervios.

"Nos metimos las más mayores a separar. A Nerea la sacamos como pudimos. Y cuando levanté la vista, vi a la gente de la grada y cómo enganchaban a Selene por el pelo. Fue algo increíble", recuerda. "Esperamos que esas personas tengan su merecido. No merecen seguir jugando", reitera, totalmente de acuerdo con su compañera: "Es que no he visto nunca nada parecido y ya llevo unos años en esto".

Otro aspecto llamativo es que esto se produzca en una competición de carácter amateur y entre dos equipos de la zona media que no se jugaban apenas nada en la clasficación. "Esto hay que denunciarlo. No se pueden vivir situaciones así en ningún deporte".

El Femenino Cáceres partió a las seis de la mañana desde su ciudad para jugar en Córdoba unas horas después, un sacrificio que esta vez tuvo un final amargo. Pero tanto Nerea como Alicia y Selene son todavía felices con el deporte que han practicado desde pequeñas. "Quizás al fútbol femenino le falte un poco de aceptación todavía", aventuran.