El enfado en el Arroyo va en aumento. La indignación por el arbitraje del partido ante el Córdoba B ha amargado el final de año de la plantilla arroyana, que hasta el día 30 no volverá a los entrenamientos. Si en directo vieron claro que el balón no atravesó la línea en el primer gol de los cordobeses, cuando ayer tuvieron oportunidad de ver las imágenes de televisión la indignación aumentó aún más. Robo fue la palabra más repetida, porque por más que se ven las imágenes no se ve el balón dentro de la portería.

"Están jugando con el pan de 25 familias", dijo el central Sergio Castaño, expulsado en el minuto 25 por "dar un golpe con su brazo en la cara de un contrario sin estar el balón en juego", algo que le puede costar más de un partido de sanción. Otro problema más para un equipo muy escaso de efectivos.

"Solo pedimos igualdad", se quejó el técnico Juan Marrero tras el choque mientras se declaraba impotente por lo sucedido. Al acabar el partido, el preparador, que también había sido expulsado, tuvo que ser sacado del vestuario del colegiado, donde protestaba por la actuación del mismo.

"No se puede ni hablar de gol fantasma", explica el portero Juanma, que dice que para que eso fuese así tenía que estar muy metido en la portería. "Y no era así".

La indignación en Arroyo es mayor porque crece la sensación de que "no fue un error arbitral". "Se pueden equivocar, pero lo sucedido es algo diferente", se quejan los jugadores, que ven como la zona de descenso está ya a solo tres puntos. "No solo vamos a tener que pelear contra los rivales, sino también contra muchas cosas más", añadió el guardameta. "Aquí algo huele raro", se quejó también Marrero.

El Arroyo tiene ahora dos semanas para hacer borrón y cuenta nueva. La primera será de vacaciones. En la segunda volverán al trabajo para recibir el día 5 a la Balompédica Linense en el primer partido de la segunda vuelta, en el que ya podrá jugar Rafa, el segundo fichaje de invierno, ya que el primer, José Rodríguez, debutó el pasado domingo.