Miguel Induráin siempre ha pasado por ser un tipo sereno, de pocas palabras y enemigo de generar polémica. No se le vio por el Tour. Sin embargo, ayer se paseó por la abarrotada salida de Vigo y se unió por unas horas a la recién estrenada Vuelta, que ayer recorrió buena parte de la provincia de Pontevedra y celebró el triunfo al esprint del italiano del equipo Lampre Daniele Bennati, el ganador de la prestigiosa etapa de los Campos Elíseos en el pasado Tour y el primer líder de la ronda española.

Tal es el caos existente en la cúspide de la Unión Ciclista Internacional (UCI), que hasta han acabado con la paciencia de Induráin. La gota que ha colmado el vaso ha sido la decisión de la UCI de prohibir a Alejandro Valverde disputar el Mundial, una orden que no acatarán ni el corredor ni la Federación Española de Ciclismo, tal como aseguró ayer a este diario Fulgencio Sánchez, presidente del organismo.

La UCI colocó el pasado miércoles a Valverde en la trama de dopaje de la Operación: Puerto, lo que no había hecho la Guardia Civil.

"En el ciclismo, por desgracia, cada uno corre por su lado y esto no es nada bueno. Los mandatarios tendrían que estar unidos, todo lo contrario a lo que sucede ahora. Hay una guerra de poder que se mantiene desde hace tres años y todo sigue igual", protestó ayer en Vigo el pentacampeón navarro del Tour.

DIRECTIVO DE LA UCI Induráin lleva cuatro años formando parte de la directiva de la UCI, así que sabe de lo que habla. "Lo único que he visto es que se habla mucho, se discute más y no se arregla nada. Por el bien del ciclismo esto no puede seguir así. Aquí debería haber alguien que mandase, porque yo realmente no sé quién gobierna ahora. Tenemos un presidente que ha sido impuesto", añadió el navarro en clara referencia a Pat McQuaid.

El dirigente y exciclista irlandés accedió al cargo recomendado por Hein Verbruggen, el antiguo presidente y de quien se sospecha que dirige la federación en la sombra. McQuaid, cuando fue elegido máximo mandatario de la UCI (Madrid, septiembre del 2005), contó también con el apoyo del director deportivo Manolo Saiz, uno de los principales involucrados en la Operación: Puerto.

"Las normas actuales me decepcionan, no son claras y cada vez generan más confusión --estima el pentacampeón--. Por ejemplo, yo todavía no sé por qué echaron a Rasmussen del Tour. Lo único que tengo claro es que no llegó a París". Induráin no entiende nada. La Vuelta ha iniciado su andadura, convulsionada, aunque, eso sí, arropada por el calor del público gallego.