El fútbol es, a veces, un sentimiento mucho más profundo y sincero de lo que parece. Acabo de ver emocionarse en una televisión inglesa a Rafa Benítez. El extécnico del Extremadura recibía el aplauso de la afición del Liverpool en un acto de homenaje que no tenía nada que ver con él. El madrileño apenas podía contener las lágrimas ante el enésimo reconocimiento de los seguidores ´red´. Era el justo premio a una trayectoria en la que se incluye la consecución de una Liga de Campeones tras aquella increíble remontada a un Milan que ganaba 3-0 al descanso. Pero para mí que era algo más: era el respeto y la consideración hacia el trabajo bien hecho por parte de un técnico al que idolatran por todo lo que ha dado al Liverpool. La concepción de los clubs hacia los entrenadores en Inglaterra siempre me ha fascinado. Allí les dejan trabajar, respetan su labor y ayudan. Aquí, salvo excepciones, les insultan y les echan cuando las cosas se tuercen. E incluso les desprecian cuando ganan, como le pasó a Del Bosque en el Madrid.