El Santiago Bernabéu no volverá a ser, por el momento, escenario de un partido entre las selecciones de Inglaterra y España. Tampoco el Vicente Calderón. La federación inglesa (FA) no ha olvidado los gritos y actitudes racistas con algunos de sus jugadores durante el amistoso disputado por ambos equipos en noviembre del 2004 y ha vetado los estadios madrileños como marco del encuentro que está previsto para el 11 de febrero. La Federación Española de Fútbol (RFEF) negó ayer haber recibido comunicación alguna en ese sentido de su homónima inglesa, pero adelantó que será ella la que decida sobre el asunto. El contrato no está cerrado y los dirigentes ingleses no lo firmarán si los españoles se plantan y no dan otra alternativa que el Bernabéu.

CAPELLO NO PONE TRABAS Fue el propio Fabio Capello, seleccionador de Inglaterra, quien pidió hace tiempo a sus jefes que concertaran un amistoso con los campeones de Europa. Las negociaciones estaban muy avanzadas y es cierto que la RFEF había pensado en el campo del Madrid, aunque no estaban tampoco descartados el Sánchez Pizjuán y Mestalla. La firme postura hecha pública ayer por Adrian Bevington, director de comunicación de la FA, deja pocas salidas a la federación española, que podría desechar el encuentro para no dar la imagen de que cede a las exigencias inglesas.

"La FA ha sido clara al señalar que no disputaría el partido en Madrid por los ataques racistas de que fueron objeto varios jugadores ingleses en el 2004", declaró ayer Bevington. Sin embargo, Capello, exentrenador del Madrid, manifestó ayer por la tarde en la cadena SER que él no tiene ningún inconveniente en jugar en el Bernabéu. "No tengo ningún problema en disputar el partido en Madrid", afirmó. El 16 de noviembre del 2004, Wright Phillips, Jermaine Jenas, Rio Ferdinand y Ashley Cole fueron objeto de burlas y actitudes racistas por parte de un numeroso grupo de seguidores.

FUERTE MULTA La reacción que provocó en Inglaterra a lo sucedido fue sonada. El entonces primer ministro, Tony Blair, se mostró "muy decepcionado porque el racismo no tiene cabida en el deporte", mientras que el ministro británico de Deportes, Richar Caborn, exigió la mayor dureza de los organismos internacionales para con la RFEF. La Comisión de Disciplina de la FIFA acabó multando a la federación española con 100.000 francos suizos (68.854 euros), además del apercibimiento de cierre en caso de reincidencia. Una multa menor que la impuesta por la UEFA a la FA en el 2003 a causa de los incidentes acaecidos en Sunderland en un partido de Inglaterra contra Turquía. En la actualidad, la policía inglesa investiga los insultos racistas y xenófobos que tuvo que escuchar el 28 de septiembre en el campo del Tottenham el defensa del Portsmouth Sol Campbell, jugador 10 años de los Hotspurs, informa Begoña Arce.

El veto inglés pilló en renuncio al portavoz de la española, Jorge Carretero, que acababa de llegar a Bruselas procedente de Tallín con la selección. "La RFEF no ha recibido ninguna comunicación de la FA en ese sentido. El amistoso es una petición de la federación inglesa, pero no hay nada cerrado. Se jugará donde la federación española considere oportuno", declaró el dirigente, quien calificó al público del Bernabéu como "excepcional, lo mismo que el del resto de España".

No piensan lo mismo los jugadores ingleses. Steven Gerrard se mostró ayer encantado de jugar contra los campeones de Europa, pero cree que "es una buena idea" hacerlo lejos del Bernabéu. Jermaine Jenas recuerda lo sucedido en el 2004 como una de las peores experiencias de su vida. "Fue vergonzoso y no deberíamos volver a jugar allí", manifestó.