Italia ha descubierto que no tiene fútbol. Dramáticamente eliminada del Mundial en la repesca ante Suecia, ahora se da cuenta de que su problema es de falta de calcio. El fiasco del lunes ha despojado de la careta a uno de los países más futboleros que existen, y debajo ha aparecido una mueca agria y triste, una gioconda estupefacta e indescifrable. En la hora del drama, los italianos se dan cuenta de que las carencias de su selección eran de tal calibre que hasta una selección tan limitada como la de Suecia ha resultado ser un escollo insalvable. Además, los suecos les ganaron a la italiana. Más dolor.

La prensa no ahorró dinamita para volar los puentes con un equipo decepcionante. «El apocalipsis», titulaba su crónica La Gazzetta dello Sport. «¡Todos fuera!», gritaba su condena el Corriere dello Sport, en una línea parecida a la del Tuttosport: «¡Todos a casa!». Más explosivo fue Il Tempo, con un «Iros a trabajar» ilustrado con un pie enterrando una pala en medio de la orla de los jugadores que fracasaron ante Suecia. Como suele ocurrir en los desastres futbolísticos, las imprecaciones por la falta de garra, de energía y de otras cosas más genitales estuvieron a la orden del día en diarios y tertulias. Pero nadie oculta el verdadero problema: los azzurri carecen de talento.

El veterano seleccionador (69 años) Gian Piero Ventura recibe a dos manos y se le da por destituido. Se critican sus apuestas fallidas, su falta de flexibilidad y, especialmente, que no diera ni un minuto a Lorenzo Insigne, una ardilla que podría haber puesto en apuros a los pinos suecos. Significativo fue al respecto el calentón de De Rossi cuando un asistente de Ventura le dijo, ya en la agonía del partido, que se preparase para salir y él le replicó que lo que hacía falta era ganar, no empatar, y que a su lado estaba Insigne como hombre más indicado. «El ambiente en el vestuario era fúnebre», declaró luego De Rossi.

Italia carece de gol

Desde luego, Ventura, terco y ensimismado, quiso morir con su idea. Por esos misterios tácticos que solo conocen los técnicos, Insigne no le servía en un equipo que alineó como delanteros titulares a Immobile, del Lazio (hace un par de años era suplente en el Sevilla), y Gabbiadini (esta temporada lleva seis goles en el Southampton). Zaza (hoy ídolo en el Valencia) estaba lesionado, y seguramente no hay nadie más. Belotti, El Shaarawy y Bernardeschi, buenos delanteros, en ningún caso cracks, salieron en los minutos de las prisas, sin éxito. Italia carece hoy de los goles y el carisma de un Baggio, un Del Piero o un Totti, sus últimos referentes. Buffon (40 años en enero) y sus viejos defensas épicos (Barzagli, 36, Bonucci, 30, Chiellini, 33) son principio y fin de todo. Insuficiente para un viaje largo.

El trauma de caerse de un Mundial por primera vez en 60 años también ha sacado a flote discursos recurrentes, como que la Liga tiene demasiados extranjeros que limitan la expresión del talento local. El editorial de La Gazzetta recuerda que el 56% de los jugadores del campeonato nacional son foráneos y que los clubs apenas invierten en sus canteras.