Para Javier Gómez Corrales (Cáceres, 7 de noviembre de 1982), preparador físico del Al-Qazeres, sorprendente sexto clasificado de la Liga Femenina, resulta «complicado» particularizar en adalides del éxito del club extremeño en la élite del baloncesto femenino nacional. «Esto es el fruto del trabajo de mucha gente», con jugadoras, cuerpo técnico y directiva como protagonistas, cada uno con su cuota, en su opinión desde su particular e interna perspectiva. Así lo piensa él, al menos, en la trastienda de una labor especializada cada vez más vital en el deporte profesional.

«A mí me gusta equivocarme y acertar. Desde que trabajo en este club y en este equipo, en mi parcela, se ha hecho lo que quería hacer yo». Muy seguro de sí mismo y muy pasional en todo lo que le concierne, este licenciado en Ciencias Deporte y una amplia experiencia vivencial, académica y laboral que ha vivido intensas etapas en León e incluso en Noruega, está «feliz» con su particular mundo, no siempre reconocido. «Veo a las jugadoras muy bien. Está claro que están superando las expectativas», dice. Los números también lo atestiguan y lo demuestran, desde luego, para el grupo que lidera Jacinto Carbajal.

El pasado sábado, ante el todopoderoso Perfumerías Avenida, al que casi se le gana (52-49 en Salamanca), fue una prueba más de la pujanza del Al-Qazeres. «Al final, las jugadoras tenían una doble sensación. Por un lado, la de que se podía haber ganado el partido, pero también el hecho de que se les había quitado el miedo a competir ante una plantilla así», añade Gómez, un apasionado del deporte «sobre todo» que alterna múltiples ocupaciones: desde el propio Al-Qazeres como preparador físico, hasta ser el técnico ayudante de Miguel Guillén en el Primera Nacional, pasando por su condición de seleccionador cadete femenino, entrenador de dos equipos del Vedruna, entrenador personal y que también trabaja para la Universidad de Extremadura a través del Safyde como socorrista y con retenes de incendios con estupendo balance. Además, prepara el doctorado. «Hoy estoy más relajado», dice mientras visita este periódico. Es lunes y su ‘multiprogramación’ así lo dicta tras un duro fin de semana.

Mariona y María Romero

Javier Gómez ha completado la última parte de la recuperación de Mariona Martín y María Romero, jóvenes jugadoras del primer equipo que han estado casi un año alejadas de las canchas por graves lesiones. «Han trabajado muchísimo, ha sido muy duro para ellas», explica como testigo directo de los últimos meses en esta tarea. «Quieren ir muy rápido, tienen muchas ganas», exalta el preparador físico a modo de halago hacia la actitud de las dos talentosas baloncestistas.

Gómez fue base, recuerda, en el colegio Moctezuma. Pero ahí se quedó como recuerdo vago de juventud, más o menos. Su rodilla derecha le ha dado muchos problemas, lo que pudo truncar su progresión. Llegó a entrenar con el filial EBA del Cáceres, pero no dio para más. Ahora y desde hace unos años, su amor al baloncesto le ha llevado a prepararse a conciencia para desempeñar diferentes labores para este profesional amante también del deporte de aventura, que practicó en Noruega para deleite propio. «Ahora estoy más por la preparación física», asegura cuando se le pregunta si se inclina más por ello que por ser técnico. Es Javi Gómez. Sin duda, en labor de otro ‘intangible’ del basket.