Si el virus no hubiera existido, aparte de ser ahora todos un poco más felices, ya se habría disputado el Tour y este domingo hubiese finalizado la tercera etapa de la Vuelta, en territorio holandés. El lunes sería jornada de descanso, ideal para hablar con Javier Guillén, el director de la prueba, y quien también analiza el Tour, la gran carrera que organiza su empresa, ASO, propietaria de la ronda española. El Tour comienza el día 29 en Niza.

--¿Llegó a plantearse la cancelación del Tour?

--Siempre dijimos que si no había Tour peligraba la subsistencia de los equipos. Había que agotar todas las posibilidades para celebrarlo. Con el Tour se salvan muchas cosas este año.

--Entre ellas la Vuelta, que le ha cedido las fechas.

--En efecto. Habríamos estado en Utrecht estos días. Era un proyecto muy ilusionante porque era la edición más internacional con etapas por los Países Bajos, Francia y Portugal. Pero los acontecimientos no nos han dejado tiempo de apenarnos. Al final solo tendremos una etapa en el extranjero, en el Tourmalet, pero estoy contento porque al menos el 20 de octubre podremos salir desde Irún.

--Otros años el ciclismo vivía con otros riesgos, la lucha contra el dopaje, por ejemplo. ahora el riesgo se llama coronavirus.

--Desde que se reanudó la temporada en la Vuelta a Burgos todas las carrera se están celebrando, lo que nos hace ser optimistas para el Tour y para el resto de pruebas, incluyendo el Mundial, se celebre allí donde sea. El reto está en limitar los riesgos.

--Muchísimos más en una carrera de tres semanas.

-Esta claro que las tres semanas tienen más riesgos que los cinco días máximos que hemos corrido hasta ahora. Pero no había alternativa a no celebrar el Tour. Se han tomado unas medidas sanitarias excepcionales, creando burbujas. Pero merece la pena.

--¿Qué pasará en el Tour o la Vuelta si hay un rebrote que afecta al recorrido de una etapa?

--Si solo se trata de un caso local el recorrido puede flexibilizarse para buscar una alternativa rápidamente. Es un tema que sabemos manejar. Lo que nos debe preocupar, en cambio, es si aparecen más rebrotes de los deseados, aunque esta situación está fuera de nuestro control.

--Deberá vivirse la carrera día a día por la pandemia.

--Lo que hay que ser es lo suficientemente voluntariosos para que el Tour no sea ni catastrofista ni alarmista. Nos jugamos el futuro de este deporte.

-¿Y qué sucederá si aparece un caso de covid-19 entre los corredores participantes?

-Si hay un positivo no se puede parar la carrera, pero hay que trabajar para que no haya casos, aunque es cierto que los deportes al aire libre, como el ciclismo, entrañan menor riesgo. Hay que seguir las indicaciones de las autoridades sanitarias, llevar todos, incluidos los corredores, las mascarillas mientras no se está en competición, ser muy estrictos en las entregas de los bidones, por ejemplo, en el control de los hoteles, de las salidas y las metas. Llevamos corriendo desde el 28 de julio y afortunadamente no hemos tenido ningún positivo por parte de nadie que haya hecho una carrera.

--Sin duda, organizar este año el Tour, el Giro o la Vuelta ha sido más complicado que nunca.

--Para mí históricamente ha sido la Vuelta más difícil de organizar. Afortunadamente nos han confirmado todas las etapas y si se canceló el viaje a los Países Bajos fue porque la organización local lo vivía como la fiesta del verano y en el mes de octubre, en pleno otoño, no tenía sentido para ellos.

-¿Ha habido renuncia de patrocinadores en Francia o España?

-No me ha llegado nada negativo de Francia. Si el Tour ha reducido la caravana publicitaria solo ha sido para garantizar la seguridad sanitaria. Con menos gente es más fácil aplicar las medidas contra la la pandemia. En el caso nuestro ningún patrocinador afortunadamente se ha bajado del barco de la Vuelta.

-¿Se han reducido gastos?

-Eso es imposible en tres semanas. La Vuelta solo se ha reducido en lo deportivo, con tres etapas menos. Y solo hemos quitado personal en las acciones de relaciones públicas que se van a limitar al máximo.