Jonathan Márquez (Badajoz, 18-8-1985) es uno de los grandes clásicos del motocross extremeño. Tiene pasado, pero también mucoh presente. Tras el paso atrás del cacereño David García, se ha quedado como único representante de la comunidad en la máxima competición nacional, el Campeonato de España de MXÉlite. Es todo un veterano ya y de hecho esperaba centrarse en las categoría reservada para pilotos más mayores, pero no pudo resistirse cuando le surgió la oportunidad de volver a competir contra los mejores.

«Esta temporada iba enfocado a hacer el campeonato de Master 35, pero me propusieron competir en Élite y la verdad es que me encuentro bien físicamente. Vamos a intentar entrar entre los 20 primeros», cuenta antes de uno de sus entrenamientos en el circuito de Las Arenas, en Malpartida de Cáceres, donde se disputará la tercera prueba del nacional. (los días 14-15 de marzo), «un momento que sin duda será muy especial y en el que lo daré todo delante de mi gente». En la primera, en la localidad valenciana de Albaida, logró su objetivo con un decimoctavo lugar, mientras que el pasado fin de semana, en Talavera de la Reina, concluyó vigesimotercero con peores sensaciones, según confiesa.

Paralelamente, también está disputando el Campeonato Interprovincial de Andalucía, todo dentro de la colaboración entre su equipo, el TRTMotorcycle, y el Motoclub Las Arenas. Es su intensivo regreso a España después de unos años corriendo el Campeonato de Portugal, donde fue tercero en las ediciones de 2018 y 2019. «El nivel es más exigente aquí. En España hay 40 pilotos rápidos y en Portugal, 15», cuenta el piloto.

Lo suyo con las motos viene de largo, de principios de los años 90 o incluso un poco antes. «Tienes que vivirlo de pequeño. Si no le gusta a tu familia, es complicado: mi padre y mi hermano han montado en moto», recuerda. Su opinión es que se trata de un deporte que, aunque tiene mucha afición, no está muy valorado. «O te gusta mucho o de aquí no sacas beneficio. No es ya ganar dinero, sino sacar lo comido por lo servido. Para llegar a un nivel élite tienes que entrenar mucho, comer bien, dormir. La misma exigencia que tiene un profesional, pero es que yo, además, tengo que trabajar», añade.

Y... ¿en qué trabaja? Pues es, con orgullo, cabo primero en la Brigada Extremadura XI (Batallón de zapadores XI) en el cuartel de Bótoa («es un privilegio hacer deporte dos horas al día y que encima te paguen»). Al mismo tiempo contribuye al futuro del motocross extremeño dando clase a 30 chicos en Badajoz «dando gracias que no nos llamen la atención porque estamos de prestado. Así empecé yo y sigo viviéndolo, pero esta vez enseñando a niños».

Siente auténtica pasión por su especialidad y tuvo una etapa anterior en el Campeonato de España de MXÉlite, hasta 2012, pero no todo ha sido fácil para él. «En 2014 llegué a dejarlo, pero mi mujer me dijo que volviese porque me había cambiado el carácter. Estaba todo el día enfadado. Es lo que he hecho toda la vida. Es algo que hay que vivir. A veces piensas: ‘o hago el salto o me voy al hospital’. Y si saltas y lo logras, bien. Y si te caes, a la ambulancia».

LA GRAN CAÍDA / Es lo que le ocurrió en su momento más terrible, en 2015, corriendo en Portugal. «Salté y ya no me acuerdo de más. Dicen que choqué con una piedra. Me quedé inconsciente diez minutos y me llevaron al hospital. Me tuvieron dos meses como un niño chico: no me dejaban conducir ni hacer nada. Yo me sentía bien, pero no me acordaba lo que había comido a mediodía. Al final me recuperé. También sufrí muchos problemas en el hombro izquierdo. En 2017 me lo operé y ya lo tengo perfecto», cuenta. Aunque quizás le hizo más daño cuando le despojaron de un título extremeño «por un problema que tuve con el presidente que había en la federación».

Márquez opina que, en el motocross, «el 80% es cosa del piloto y el 20%, de la moto», añadiendo que, para brillar, «tienes que estar loco, pero no mucho, porque si te caes a las dos vueltas, no te sirve de nada. Y si tienes mucha técnica pero no te atreves a dar un salto, tampoco te sirve. Hay muchos factores».

Considera que en Extremadura «hay cantera» porque «los niños de abajo vienen fuerte, sobre todo mis alumnos de Badajoz y los de la escuela de Malpartida que lleva Diego Lancho. La situación ha mejorado respecto a hace diez años. Hay tres circuitos buenos -contando también los de Miajadas y Mérida- y mucha afición. La moto es algo que gusta mucho, pero el problema es que es un deporte caro y hay poco patrocinadores. La gente prefiere verlo que practicarlo». La participación de la Fundación Jóvenes y Deporte ha sido clave para poder reunir los alrededor de 30.000 euros que se necesitan para competir durante toda la temporada con una estructura mínima.

Jony, como es conocido en el motociclismo regional, se despide ya. Tiene que coger la moto con el número 85 y hacer lo que más le gusta en el mundo: abrir gas a fondo y pensar y no pensar al mismo tiempo.